Donald Trump, el enloquecido presidente de Estados Unidos que está aferrado a permanecer en el cargo, al negarse a admitir su derrota electoral, puso en riesgo de guerra civil a ese país, luego de que grupos de sus seguidores irrumpieron en la sede del Congreso, obligaron a suspender la sesión del conteo de votos para certificar el resultado de la elección del 3 de noviembre pasado, que ganó el demócrata Joe Biden, y a que la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, decretara toque de queda a partir de las seis de la tarde de ayer para evitar actos de violencia.
Al mismo tiempo, el vicepresidente Mike Pence, que preside también el Senado y quien rechazó la presión del magnate republicano para revertir el resultado electoral, fue evacuado del Capitolio por elementos de la Guardia Nacional, al igual que otros legisladores que asistieron a la sesión; mientras que ante el escándalo originado, en un tuit, Trump pidió a sus simpatizantes que regresaran a sus casas.
DE ESTO Y DE AQUELLO
Funesto precedente el ocurrido ayer en Washington, cuando un presidente se rehúsa a aceptar su derrota y a toda costa, aun con presiones, movilizaciones y violencia como la que se registró fuera del Capitolio, pretenda perpetuarse en el cargo, con el pretexto de un supuesto fraude electoral que el contundente resultado del proceso estadounidense echa por tierra.
Con una larga cauda de mentiras, discursos belicosos, agresivos y racistas, el aún presidente Trump engañó, dividió a los millones de habitantes de su país y sembró odio y rencor, a riesgo de acabar con la democracia de la que se ufanan en el vecino país y propiciar violencia, con las predecibles consecuencias no solamente sociales y políticas, sino también, y sobre todo, económicas, fuera de la Unión Americana.
No es casual que cada vez que en la 4T se aplican acciones o medidas que no resultan como se espera, acaban por decir que son “errores” que se pueden enmendar: el caso más reciente es el de la causa real del apagón que afectó a una veintena de estados y dejó sin suministro eléctrico por más de cuatro horas a por lo menos 10 millones y medio de familias, con la difusión de un comunicado oficial de la CFE sobre las causas que lo originaron, que resultó falso, como lo reconoció ayer el Presidente en su mañanera.
Además de haber “responsabilizado” a la generación de energías limpias por esa falla, la CFE buscará ahora que las generadoras de energía limpia dejen de operar en el país, lo que ha sido una obsesión gubernamental desde hace dos años y que habrá de motivar más demandas de las empresas que invirtieron millones de dólares bajo contratos.
