Biden no es Trump

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser Foto: larazondemexico

A partir de hoy las relaciones entre los gobiernos de México y EU deberán estar definidas por la institucionalidad, el profesionalismo y la diplomacia.

Los gobiernos deberán buscar caminos de entendimiento en una relación que se presume no será fácil. Hay mucho ruido en el entorno, lo cual está colocando el escenario de la bilateralidad con barruntos de tormenta.

Las diferencias no sólo pasan por asuntos tensos y confusos, como el del general Cienfuegos y la crítica de López Obrador a la forma en que hace las cosas la DEA. Pasa sobre todo por concepciones encontradas sobre temas como medio ambiente, derechos humanos, migración, energías limpias, política exterior, entre otros.

A diferencia de Trump es probable que Biden no deje pasar algunos asuntos internos de México en los cuales López Obrador tenía una suerte de entendimiento implícito con Donald Trump.

No es que Biden se vaya a meter, lo cual da la impresión que le daría buenos motivos ideológicos a López Obrador. La cuestión está en que para el nuevo presidente algunos temas son de importancia medular en su estrategia de gobierno y son también propios de su convicción y su historia política.

Los presidentes están obligados a entenderse lo más pronto posible. Lo que pasó hace algunos años cuando Biden visitó el país y se encontró con López Obrador está muy lejos de ser en el momento del punto de partida para la relación.

Los escenarios son diferentes de cuando Joe Biden era vicepresidente de EU y López Obrador era precandidato a la Presidencia. Quizá lo que no olvide el presidente estadounidense es que cuando el mandatario mexicano se reunió con Trump en la Casa Blanca, a diferencia del demócrata, quien en su visita al país en donde se reunió con diferentes fuerzas políticas, el tabasqueño sólo se encontró con Trump sin tener guiño alguno con los demócratas.

Lo primero que sería saludable hacer es acabar con el ruido y poner fin a las especulaciones, algunas de ellas producto de declaraciones entre envalentonadas y de definición política del Presidente mexicano.

Biden no ha hecho en esta etapa referencias sobre México de no ser su voluntad por alcanzar una buena relación con quien se ha convertido en su vecino más significativo.

La mutua influencia entre México y EU es evidente. Pasa por la economía y, sobre todo, por una integración racial y social que va transformando la dinámica interna de la Unión Americana. EU ya no se concibe sin la presencia mexicana en todos los órdenes.

Biden lo sabe y es sensible a ello. Como candidato reconoció la relevancia que tiene México en EU y la importancia de buscar acuerdos migratorios profundos, lo cual hace pensar que hará mucho más de lo que prometió Barack Obama quien lleva mano en materia de expulsión de migrantes; su discurso de hoy se presume será el punto de partida para los nuevos escenarios.

Sin pasar por alto la falta de argumentos en la investigación de la DEA sobre el general Cienfuegos, el Gobierno tendrá que atemperar sus ánimos no tanto para bajar la guardia sino para buscar nuevos entendimientos, en lugar de andar como peleador callejero a lo cual se ha sumado la Fiscalía, la cual no parece ser tan autónoma como se presume.

Biden no es Trump. La derrota del republicano abre expectativas para EU y en algún sentido para el mundo. México entra en una interesante etapa de redefinición que debe ser definida entre los dos países.

Debieran venir los tiempos de la diplomacia y el entendimiento. No sirve de mucho andar de peleador callejero en el previo de una nueva etapa en EU.

Biden no es Trump.

RESQUICIOS

Una futbolera. Ayer fallecieron dos personajes del futbol: Gustavo Peña, histórico capitán de la selección y el añorado Oro, y José Alves Zague, el Lobo solitario, sobrenombre que se le acredita a Ángel Fernández. Dos hombres que construyen la memoria futbolera, la cual es propiedad de los aficionados por encima de doña tele.

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