El opositor de Putin

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González
Leonardo Núñez González La Razón de México

Este fin de semana se llevaron a cabo protestas multitudinarias en varias ciudades de Rusia que tuvieron como resultado la detención de más de dos mil personas. El tamaño de las movilizaciones, así como la dimensión de la respuesta de la autoridad, se articulan alrededor de una de las pocas amenazas al poder de Vladimir Putin: la voz de un disidente llamado Alexéi Navalny.

Levantar la voz frente a un gobierno que controla todos y cada uno de los espacios de poder, que ha logrado poner en un solo par de manos las decisiones, las de Putin, y que además tiene abiertas las puertas para legalmente eternizarse en el mando hasta 2036, no es una cosa sencilla. Más cuando ese gobierno, además, no tiene empacho alguno en utilizar facciosamente toda la fuerza del Estado para quitar del camino a sus adversarios, lo mismo fabricándoles delitos que simplemente aniquilándolos. Y, sin embargo, siguen existiendo figuras que levantan la voz ante la cara más fiera del Leviatán.

Alexéi Navalny es un abogado y activista ruso que, al menos desde hace 10 años, comenzó a denunciar públicamente la corrupción y el enriquecimiento de muchas de las grandes empresas e instituciones rusas, tanto estatales, como las que se privatizaron y entregaron a amigos del régimen. En 2011 creó la Fundación Anticorrupción (FBK, por sus siglas en ruso), que es una reconocida organización de la sociedad civil que ha documentado y difundido diversos escándalos de corrupción de decenas de funcionarios y empresarios cercanos al régimen. Esta clase de investigaciones le han valido a Navalny una gran notoriedad dentro de la sociedad rusa, en particular entre los jóvenes, al mismo tiempo que han colocado una diana sobre su espalda.

En varias ocasiones Navalny ha sido enjuiciado y encarcelado por presunta malversación de fondos, aunque la motivación política detrás de estas acciones es casi evidente, pues, por ejemplo, la sentencia que recibió en 2017 casualmente coincidió con el proceso electoral de 2018, al que pensaba presentarse como opositor a Putin y en el que no pudo participar. Hace poco más de 5 meses estuvo muy cerca de la muerte, pues fue envenenado con gas nervioso Novichok, que es el mismo químico con el que fue atacado en 2018 un exespía soviético que se convirtió en doble agente para Inglaterra.

Recuperado del ataque en Alemania, Navalny regresó a Rusia, en donde de inmediato fue detenido nuevamente. Dos días después, la FBK publicó una nueva investigación de corrupción, ahora sobre un exuberante palacio de más de 1,370 millones de dólares a las orillas del mar Negro, financiado por personas cercanas a Putin y que, de acuerdo con el señalamiento, pertenece al máximo líder ruso. El documental de denuncia fue visto por más de 20 millones de personas el mismo día de su publicación. Junto con la denuncia, vino un llamado a la movilización, que en Moscú fue respondida por hasta 40,000 personas que salieron a marchar. Putin tiene todo el poder y las consecuencias de estas manifestaciones seguro serán ahogadas, pero no hay que dejar de seguir a quienes se le oponen y resisten, pues no existe tal cosa como un régimen eterno.

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