¿Cómo llegó Israel al primer lugar en vacunación?

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod
Gabriel Morales Sod Foto: larazondemexico

Israel ocupa el primer lugar entre los países con más ciudadanos vacunados; 2.6 millones, alrededor del 30 por ciento de la población, han recibido ya la primera aplicación de las vacunas. En un segundo lugar, no tan distantes, están los Emiratos Árabes Unidos con 23 por ciento y de ahí hay una diferencia abismal con el resto del mundo; incluso el Reino Unido, en tercer puesto, no llega aún al 10 por ciento de la población. Si observamos la tasa de vacunados per cápita la diferencia es aún más grande. ¿Cómo ha logrado Israel la delantera en la carrera?

En los primeros días de la campaña de vacunación se rumoraba que Israel había pagado un precio muy alto por las vacunas de la empresa Pfizer. Puede que esto sea cierto, hasta hoy no se sabe el precio que pagó el gobierno. La verdadera razón es que Israel es el país elegido por las farmacéuticas para probar la efectividad de la inmunidad de rebaño. A pesar de que varias de las vacunas han tenido pruebas exitosas con altos niveles de efectividad, no se sabe a ciencia cierta cuál es el porcentaje de la población que necesita estar vacunado para que la pandemia se detenga. Las estimaciones oscilan entre el 40 y el 80 por ciento; no obstante, lo que suceda en Israel le dará al mundo una buena indicación del número real, si es que hay tal.

¿Por qué Pfizer escogió a Israel y no a otras naciones más pequeñas o dispuestas a pagar aún más para probar la vacuna? La respuesta está en el sistema de salud israelí, un sistema público que cubre al 100 por ciento de la población del país. Cada israelí puede acceder a una opción de seguro médico semipúblico y tiene asignado una clínica local. Además de esto, el sistema está totalmente digitalizado, lo cual facilita la recaudación y el análisis de datos, incluso en tiempo real.

Es de esta manera como Israel se ha convertido en el líder mundial en vacunación. Sin embargo, para los israelíes la realidad es precisamente la inversa. Esta semana, Israel está en el lugar seis de los países con más casos diarios de contagio per cápita y el día de hoy el gobierno anunciará la extensión de la tercera cuarentena, que lleva ya más de tres semanas. ¿Cómo es posible esta contradicción? El primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien necesita a los partidos ortodoxos de cara a las próximas elecciones, ha dejado a estas comunidades hacer lo que quieran: abrir escuelas, celebrar bodas y entierros masivos e ir a las sinagogas. En lugar de forzar a toda la población, sin distinción de grupos o comunidades, a cumplir la ley, Netanyahu espera con ansiedad que las vacunas hagan lo suyo y que el país llegue a la inmunidad comunitaria antes de las próximas elecciones de marzo, dándole su ansiada victoria política. Mientras, el resto de los israelíes va a vacunarse y regresa a encerrarse en sus casas, miles están desempleados y todos esperan el fin de una crisis que no parece tenerlo.

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