Masculinidad tóxica y el uso del cubreboca

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa
Valeria Villa larazondemexico

El principal rasgo de esta forma de vivir la masculinidad es una identidad dominada por el deseo de ser duro, fuerte, aquel que no se rompe fácilmente y que nunca debe mostrar debilidad. Hay varios antónimos culturales para rudo: frágil, sentimental, asustadizo e incluso afeminado. Mirarse a través de estas creencias, lleva a muchos hombres a tener una pobre esperanza de vida, al involucrarse en actividades de riesgo, cuidarse poco, no ir al médico, verse implicados en más accidentes fatales, morir más a manos de otros hombres. Todo esto para probar que son muy hombres, muy fuertes y sin miedo a nada. Fueron socializados así en la familia, por sus pares y en la escuela. El machismo, que es un sinónimo de masculinidad tóxica, le hace tanto daño a los hombres como a las mujeres. La mayor mortalidad en hombres, comparados con las mujeres, tiene causas sociales y naturales. En el último año, varios estudios apuntan a que la genética xy es más vulnerable al SARS-CoV2 que la combinación xx de las mujeres. El cromosoma x es más poderoso para defender al sistema inmunológico. Los hombres son más fuertes físicamente pero tienen menos probabilidades de sobrevivir por su genética y por sus conductas de riesgo, como fumar más, el rechazo a la medicina, lavado de manos menos frecuente y conductas agresivas en las que ponen en peligro su vida y la de los demás.

En esta nueva era de la humanidad, el uso del cubrebocas se ha vuelto un símbolo político y partidista, evidenciando la dificultad de muchos hombres para cuidarse y para cuidar. También visibiliza ideologías autoritarias entre quienes interpretan el uso de la mascarilla como señal de debilidad o como un intento de censura. Quitarles la posibilidad de hablar, gritonear y ser la voz dominante es inaceptable para algunos hombres. No utilizar cubreboca a pesar del consenso de inmunólogos en todo el mundo, puede leerse también como una falla en el sistema cognitivo, que buscaría cuidar la vida y protegerse de la muerte. Es omnipotencia narcisista creer que no se necesita el cubrebocas, a pesar de todas las advertencias sobre la alta transmisibilidad del coronavirus. Carl Palmer, investigador de la Universidad de Illinois, publicó recientemente un estudio sobre la relación entre masculinidad tóxica y reacciones afectivas frente al uso de la mascarilla (Toxic Mask-ulinity: The Link between Masculine Toughness and Affective Reactions to Mask Wearing in the COVID-19, Era, 2020). Los hallazgos no fueron sorprendentes: a mayor necesidad de aparentar rudeza, más sentimientos negativos sobre el uso del cubrebocas. Este estudio se suma a muchas investigaciones previas sobre la correlación entre masculinidad y la participación en actividades riesgosas. Algunos hombres siguen al pie de la letra los mandatos sobre la masculinidad estereotipada, incapaces de aceptar vulnerabilidad. La mayoría de los hombres encuestados expresó rechazo a la mascarilla porque les provocaba sentimientos de debilidad, estupidez, cobardía y miedo a ser controlados. El rasgo de dureza también se evaluó en algunas mujeres con los mismos resultados. Aparentar rudeza, fortaleza e invulnerabilidad, es un riesgo para la vida en la era Covid. Obedecer el mandato de no tener miedo, hace del machismo una variable que fragiliza aún más la capacidad de sobrevivir de los varones.

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