El rector y la pandemia

COLUMNA INVITADA

Eduardo López Betancourt.
Eduardo López Betancourt. Foto: La Razón de México

De manera prudente y sumamente responsable, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue Wiechers, ha planteado su preocupación sobre la angustiante pandemia.

Lo hizo al igual que otros destacados personajes; su criterio se orientó en un ámbito eminentemente constructivo, esto es, dejando en claro el compromiso que tiene en lo personal y como rector de la bien llamada Universidad de la Nación, en temas trascendentales de México.

Enrique Graue Wiechers es ajeno al protagonismo, no busca los reflectores ni ambiciona cargos públicos; es poseedor de la más honrosa distinción a la que pueda aspirar un brillante universitario.

Graue nos hace recordar al doctor Ignacio Chávez Sánchez, cuando ocupó el digno cargo de rector y fue invitado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz para atender un puesto político; rechazó la oferta sin dudar y precisó que el mejor nombramiento que había tenido en su vida y que debe tener cualquier académico es el de ser rector de la Máxima Casa de Estudios. Su negativa a ser nominado para desempeñarse como político le ocasionó que fuera denostado, bajo la insana idea de que al presidente de la República nunca se le debe decir que no. El Dr. Ignacio Chávez Sánchez fue derrocado por la infamia, por mentecatos, quienes, cumpliendo las órdenes presidenciales, ofendieron a uno de los más grandes sabios de nuestro país; nunca los universitarios aprobaron el aberrante acto.

Deseamos fervientemente que en esta ocasión los puntos de vista de Enrique Graue Wiechers sean valorados y se rechace cualquier descalificación al rector; hay quienes pretenden, de manera indebida congraciarse y, por ello, intempestivos, le señalan falta de autoridad y conocimiento.

No es momento de diatribas ni ataques, sino por el contrario, es apremiante la unidad, la suma de esfuerzos.

En este contexto, debe entenderse que no es un acto ideológico o político, por lo que no es correcto dejar de valorar los criterios de Enrique Graue Wiechers. Tampoco es aceptable que se le pretenda usar como bandera contra el titular del Ejecutivo; Enrique Graue Wiechers conoce bien su país, es toda una autoridad en el mundo médico, un distinguido oftalmólogo y exdirector de la Facultad de Medicina de la UNAM. Su trabajo realizado y compromiso le permitió llegar a la Rectoría; es evidente, se ha ganado el beneplácito y la aclamación para lo que fue una reelección histórica.

De esta manera, Enrique Graue Wiechers no interviene con fines políticos, insistimos, su deber es con México y solo pretende realizar con esplendidez su trabajo.

Como nunca la UNAM ha cumplido, la actividad académica ha sido intensa, la investigación está a la vista de todos y no hay día en que no se oferte un planteamiento de gran valor, mismo que es difundido de manera generosa.

En la comunidad universitaria añoramos que los señalamientos de Enrique Graue Wiechers y de otros prestigiados mexicanos, sean aprovechados, se pongan en marcha y se dé esa labor de conjunto tan esperada. La responsabilidad frente al drama que atravesamos no puede recaer sobre un solo hombre; no hay cabida para la indeseable y sistemática contradicción o falta de sensatez. Trabajar unidos, sin disidencia; siempre pensando en lograr mantener la salud y que todos puedan aspirar a ella, nos ayudará a salvarnos.

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