141.70pesos es el salario mínimo, y no por hora, ¡por día!, por lo cual, para empezar, no cumple con lo que, según el artículo 123 constitucional, debería cumplir: alcanzar para que el trabajador y su familia satisfagan correctamente sus necesidades normales (cualesquiera que estas sean), en los órdenes material, social y cultural, y para proveer la educación obligatoria de los hijos (que, según el artículo 3, tratándose de la preescolar, primaria, secundaria y media superior será “gratuita”, y lo escribo entre comillas porque gratuita no es: a los contribuyentes nos obligan a pagarla).
Durante el cuarto trimestre del 2020, según el Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (nombre feo e impreciso), al cuarto trimestre de 2020, 29.9 por ciento de la población ocupada ganaba menos de un salario mínimo (menos de 141.70 pesos); 3.4 ganaba un salario mínimo (141.70 pesos); 38.7 ganaba más de uno y hasta dos salarios mínimos (entre 141.71 y 283.40 pesos); 17.3 ganaba más de dos y hasta tres salarios mínimos (entre 283.41 y 425.10 pesos); 7.6 ganaba más de tres y hasta cinco salarios mínimos (entre 425.11 y 708.50 pesos); 2.6 ganaba más de cinco y hasta diez salarios mínimos (entre 708.51 y 1,417 pesos); 0.5 por ciento ganaba más de diez salario mínimos (1,471.01 pesos en adelante).
El 96.9 por ciento de la población ocupada ganaba, durante el cuarto trimestre del 2020, hasta cinco salarios mínimos, no más de 708.50 pesos diarios, lo cual dio como resultado que el 40.7 por ciento de la población ocupada no generó un ingreso suficiente para poder comprar la canasta básica alimentaria. Un año antes, durante el cuarto trimestre de 2019, ese porcentaje fue 37.3. Un trimestre antes, a lo largo del tercero de 2020, fue 44.5.
Los tres estados con mayor porcentaje de la población ocupada incapaz de generar un ingreso suficiente para adquirir la canasta básica alimentaria fueron: Chiapas, con el 64.3; Guerrero, con el 58.6; Oaxaca, con el 55.6. Los tres estados con menor porcentaje fueron: Nuevo León, con el 24.0; Jalisco, con el 25.1; Baja California, con el 25.3.
El principal reto en materia de empleo en México no es la creación de empleos, sino la creación de empleos bien pagados, para lo cual se necesita, uno, que aumente la productividad de los trabajadores y, dos, que la demanda de trabajo de parte de los empleadores sea mayor que su oferta de parte de los trabajadores, lo cual depende de las inversiones directas, que producen bienes y servicios, crean empleos y generan ingresos, mismas que dependen de la confianza de los empresarios, misma que la 4T ha golpeado consistentemente, desde la cancelación del NAICM hasta la propuesta para modificar la Ley de la Industria Eléctrica, más lo que se vaya sumando.