El oleaje no siempre es igual. Cada ola tiene sus características propias: periodo, altura, longitud de onda o dirección, que además varían en el espacio y en el tiempo; cada una de ellas tiene su instante y lugar, igual que los momentos históricos del feminismo. Por eso no se mide por periodos, sino por olas.
El feminismo es un movimiento social, político, económico y cultural, que se caracteriza por ser diverso, como las formas de ser mujer, y de entenderlo según el entorno en donde se esté. El feminismo no se ciñe a un concepto único ni unísono, y desde cada uno de estos lugares se hace la toma de conciencia de las mujeres como un grupo o un colectivo humano y como tal, con acceso a todos los derechos humanos sin discriminación. Esta toma de conciencia también reconoce que históricamente el colectivo de varones, en su contexto social, ha tenido para con las mujeres conductas de opresión, dominación, explotación y discriminación; por tanto, incide y se mueve a la acción, impulsando todas las transformaciones sociales que se requieran, para vivir en libertad, sin violencia y con trato igualitario.
Todas las mujeres, de una forma u otra, se han beneficiado del feminismo en el mundo. En México, éste tiene su momento de visibilidad desde hace más de 100 años, cuando se realiza el Primer Congreso Feminista en Yucatán, en 1916. Esto no significa que antes no existieran movimientos de mujeres; significa, entre otras cosas, el impulso para que hoy todas las mujeres, sin excepción, seamos reconocidas como ciudadanas, ejerciendo el voto y la posibilidad de ser votadas y así se da la primera ola feminista, la ola sufragista.
La segunda ola aparece desde los diversos movimiento sociales, como el del 68 y entre 1960 y 1970, abriendo los espacios para las mujeres fuera de lo “doméstico”, con una participación real en lo laboral y universidades y no como una graciosa concesión, sino un derecho que se ejerce y que mueve otras realidades, como la maternidad voluntaria y la libertad sexual. En este momento logra darse también el pensamiento feminista en la intelectualidad.
La tercera ola, alrededor de los 80 y 90, cobrando gran importancia la diversidad y el multiculturalismo que significó el reconocimiento de los derechos de “todas las mujeres” afro, indígenas, de cualquier credo, origen, preferencias u orientación sexual y transgénero, gestándose la solidaridad feminista. El sismo del 85 y las costureras marcaron un icono para la defensa de los derechos laborales. Se logra la causa feminista reivindicadora; “luchar por ella, hasta hacerla realidad”, fortaleciéndose las organizaciones de la sociedad civil feministas.
La 4ta ola feminista, la actual. Hoy se demandan pendientes históricos, como el derecho a decidir de las mujeres, la equidad de género y, sobre todo, la cero tolerancia ante feminicidios, desapariciones, violencia intrafamiliar, política, acoso, abuso sexual y violación. Las jóvenes son las protagonistas, logrando implementar políticas públicas y legislativas a favor de las mujeres, pero sobre todo, se visibiliza la indignación en las calles y en las redes sociales: #NiUnaMenos #NiUnaMas.