Migración, Biden choca con pared

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser Foto: larazondemexico

Recordando al doctor Jorge Bustamante, fundador del Colef, nos hacía ver que en el país nunca se había organizado una manifestación en favor de los migrantes.

Lo que quería decir Jorge Bustamante era que, a pesar del gran esfuerzo y de todas las vicisitudes por las que pasan los migrantes, la sociedad mexicana nunca se había movilizado por ellos.

En estos días en que de nuevo se ponderan y valoran las grandes cantidades de dinero que mandan los migrantes, se habla de un nuevo récord histórico, se distingue como un elemento clave de la economía del país sin preguntarse lo que significa todo esto en la vida de millones de personas.

El drama que viven los migrantes no tiene un reconocimiento real en los hechos por parte de los gobiernos. Las autoridades de migración y las policías municipales, estatales y federales son más bien una pesadilla, lo que incluye también a miles de centroamericanos y de otros países.

Los propios migrantes han documentado en innumerables ocasiones cómo son asaltados, atacados, violentados, agredidos, extorsionados y en el caso de las mujeres, abusadas sexualmente e incluso violadas. Los gobiernos se ven beneficiados con la gran cantidad de dinero de las remesas, pero no hay evidencias de que la condición de la migración esté cambiando.

La constante es la expulsión de personas en los países migrantes. Las condiciones económicas, sociales y políticas no les permiten a cientos de miles de personas a quedarse en su país, en muchos casos las madres y padres de familia materialmente les piden a sus hijos que dejen sus lugares de origen.

La migración pasa por la economía de las familias y por la violencia política, particularmente en Honduras, El Salvador y Guatemala.

Algunas zonas de nuestro país también padecen y sufren este proceso. Las solicitudes de asilo de mexicanos en EU es evidencia de ello. Muchas y muchos han sido y son alcanzados por la persecución política y por la violencia de los cárteles de la droga, lo cual los obliga a su desplazamiento.

La situación no ha cambiado. En la medida que se cierran los caminos para cruzar el país tratando de llegar a EU se buscan nuevas rutas, las cuales cada vez son más riesgosas y peligrosas por la orografía y por la presencia de grupos delincuenciales.

El tema ha sido, es y será multilateral. El gobierno mexicano tiene una enorme responsabilidad, ha sido a lo largo de décadas un ente pasivo. Se ha manejado más con el discurso que con los hechos. Lo importante pareciera que es ponderar una y otra vez el envío de remesas y no detenerse en el respeto a los derechos humanos y en la pesadilla que viven centroamericanos y mexicanos al cruzar el país.

Con Joe Biden en la presidencia de EU prevalece una actitud pasiva. La promesa del mandatario de una reforma migratoria está enfrentando una infinidad de problemas que pasan en muchos casos por la violación a los derechos humanos. Las fronteras mexicanas están viviendo una crisis como hace tiempo no sucedía.

Las deportaciones de niños y adolescentes se han convertido en un tema de primera importancia al interior de EU. Los objetivos de Biden están enfrentando la terca realidad, la cual requiere de nuevas herramientas para instrumentarlo.

Si no fuera por las organizaciones de casas de migrantes, por la participación de organizaciones religiosas y por la genuina solidaridad de mucha gente, la situación sería aún más caótica y grave de lo que ya es.

La expectativa que provocó Joe Biden está chocando con pared, mientras en nuestro país seguimos pasivos, pero eso sí no dejamos de festejar las remesas.

RESQUICIOS

El personaje más emblemático y al que más atención le ponemos se niega a usar el cubrebocas, recordemos que en un primer momento minimizó la pandemia. El lunes dijo que no se vacunaría, a pesar de que los médicos, no los suyos, consideran indispensable hacerlo, más allá del ejemplo que ello sería para la sociedad; ayer sensatamente tuvo que cambiar de opinión.

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