Otro triunfo del conservadurismo

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas Foto: larazondemexico

Guillermo Lasso ha apuntado otra victoria al conservadurismo latinoamericano al vencer por más de cinco puntos porcentuales a Andrés Arauz en la pasada contienda presidencial en Ecuador. Se ha repetido en estos días que con la llegada de Lasso al Palacio de Carondelet se consolida el giro neoliberal operado por Lenín Moreno, el exvicepresidente de Rafael Correa, que lo sucedió en 2017.

Está por ver, sin embargo, si Lasso da continuidad, exactamente, a la política económica emprendida por Moreno. Aunque recibe un país endeudado y un gobierno sin liquidez, podría implementar planes de austeridad y reducciones presupuestales mayores que las de su antecesor, a cambio de un relanzamiento de la apertura comercial en la post-pandemia. También habrá que ver si la sociedad civil ecuatoriana, más activa tras los estallidos sociales de 2019, se lo permite.

La definición de “neoliberal” tal vez queda chica a Lasso si se toma en cuenta su tradicional posición en temas sociales. Supernumerario del Opus Dei, este banquero de Guayaquil se ha manifestado abiertamente por frenar el avance de la despenalización del aborto, en contra del matrimonio igualitario y la regularización del mercado de las drogas. También es probable que la alianza electoral que, con el Movimiento Creando Oportunidades (CREO), lo ha llevado a la presidencia, atenúe flancos conservadores del proyecto como los relacionados con las comunidades indígenas y el combate al racismo.

Dado el fuerte perfil anticorreísta de la candidatura de Lasso, atizada, en buena medida, por el excesivo protagonismo del propio Correa en la campaña de Arauz, es previsible que el nuevo gobierno ecuatoriano desarrolle aún más la reorientación geopolítica iniciada por Moreno. De ser así, pronto veremos a Lasso en compañía de Iván Duque, Sebastián Piñera y Jair Bolsonaro. Ese relanzamiento de la derecha regional intentará recuperar posiciones frente al madurismo, claramente en declive, como las del Grupo de Lima y la OEA, golpeadas por el rechazo de México y Argentina.

Los mensajes ambivalentes que ha enviado, hasta ahora, la política exterior del gobierno de Joe Biden y Kamala Harris, harían esperar una buena recepción de ese ascenso de la derecha latinoamericana en Washington. Sin embargo, al instalarse la migración y el narcotráfico como prioridades de la política de Estados Unidos, México se reafirma como interlocutor privilegiado. Las distancias que podría mantener el gobierno de Andrés Manuel López Obrador con el bloque derechista latinoamericano complicarán, una vez más, la búsqueda de un consenso frente al régimen de Nicolás Maduro.

Con los triunfos recientes de Luis Arce en Bolivia y Guillermo Lasso en Ecuador se confirma la diversidad política de América Latina. Una diversidad que hace más difícil el lanzamiento de agendas de integración regional que, equivocadamente, establecen como premisa la concordancia ideológica.

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