Carmen Sánchez… desde las heridas del primer espejo

GENTE COMO UNO

Mónica Garza
Mónica Garza larazondemexico

Cuando una mujer entra en un círculo de violencia, por lo general tarda muchísimo en salir. La mente humana ante el horror genera mecanismos de defensa, muchas veces en el sentido contrario, porque el miedo es ese demonio seductor, tramposo y creativo, que tiene ojos en todos los escondites y abraza de todas las maneras…

El Estado de México es una de las entidades con mayores índices de impunidad en materia de violencia de género y Carmen Sánchez fue la primera mujer en la historia de aquella entidad —hace 7 años— en denunciar un ataque con ácido.

La indolencia e ineficacia de la Fiscalía del Estado, hasta el día de hoy, para hacer justicia en el caso de esta mujer es IMPERDONABLE.

Por eso esta historia que comenzó el 20 de febrero de 2014, a las 8:05 de la mañana, merece que yo la comparta exactamente como Carmen me la contó a mí. Y confieso que, ni con toda mi experiencia de años, imaginé lo que mi grabadora en esta ocasión estaba por registrar.

“Una vez me dijo que, si yo intentaba dejarlo algún día, le iba a mandar a mi mamá mi cabeza en una vitrina y mi cuerpo lo iba a hacer pedacitos para dárselo a los perros… Yo sabía que en el momento en el que yo me alejara, me iba a hacer algo”.

“Él llegó ese día. Ya tenía tiempo que se había ido y sólo me llamaba para amenazarme. Pero el día jueves 20 de febrero se presentó en la casa de mi mamá, donde yo tenía tres meses viviendo”.

“Entró y se dirigió hacia la recámara donde yo estaba. Mi mamá no se imaginó que me iba a hacer eso. Ella se subió a su recámara y pensó que sólo íbamos a hablar, sin imaginarse lo que iba ocurrir en solo unos minutos”.

Carmen Sánchez… desde las heridas del primer espejo
Carmen Sánchez… desde las heridas del primer espejo

“Me preguntó que, si ya no le iba dar otra oportunidad, y le dije que no. Que yo quería hacer una vida diferente a la que había tenido en esos 10 años, que ya había encontrado un trabajo de monitorista y que me sentía muy a gusto.

“Entonces me contestó que, si no iba estar con él, jamás iba a volver estar con alguien, y me arrojó el ácido. Un litro de ácido fue lo que acabó con todos mis sueños… Ese momento paralizó mi vida por mucho tiempo.

“Yo sólo en las películas había visto eso del ácido, pero jamás me imaginé que pudiera ser real esta situación. Me dijo "muérete maldita" y salió corriendo”…

“El ácido actuó en segundos. No te da tiempo de nada. En lo que bajaron a auxiliarme, mi ropa estaba deshecha, mi piel ya estaba completamente caída, porque el ácido te hace como una vela, te derrite”…

“Los vecinos dicen que vieron como su taxi se arrancó, pero pues nadie se imaginaba lo que estaba pasando adentro de la casa… Me llevaron al hospital, no tardé mucho, pero en el hospital pues no conocían sobre esas agresiones, y mucho menos sabían cómo tratar ese tipo de quemaduras con ácido”.

Carmen Sánchez… desde las heridas del primer espejo
Carmen Sánchez… desde las heridas del primer espejo

“Todos empezaron a preguntarse que ¿qué me habían hecho?, yo recuerdo como escuchaba las voces y todos decían ‘la quemaron con ácido’… Nunca se había escuchado nada de eso”…

“Me metieron a un cuarto donde tenían una manguera grandísima, y así con toda la fuerza que salía de la manguera me empezaron a lavar, pero de frente y lo que hicieron fue lastimarme más…. y yo gritaba”.

"Me pusieron una pomada en la cara y en todo donde yo estaba quemada, y me vendaron completa. Yo era una momia allá en el hospital, nada más se me veía una partecita de un ojo, porque del otro lado estaba completamente desecha la cara”.

“Le dijeron a mi familia que no me podían dar la atención que yo necesitaba, que tenía que buscar un hospital con equipo para ese tipo de quemaduras. Después llegó un médico legista, y en su redacción puso que mis heridas eran heridas que sanaban en menos de 30 días, que no ponían en riesgo mi vida…”

“A la semana él empezó mandar mensajes a todas mis hermanas, de que iba acabar con toda la familia, de que él sabía que yo no había muerto y les ponía: ¿hospital, panteón o silla de ruedas, ¿a dónde quieren que mande a su hermana?”

Carmen Sánchez… desde las heridas del primer espejo
Carmen Sánchez… desde las heridas del primer espejo

“Tuvieron que poner protección en la azotea, en las bardas, en las ventanas, nadie salía. Esta agresión cambió la vida de mi familia, cambió mi vida… Esa agresión me dejó ocho meses a un hospital”.

Y en esos ocho meses nadie dio seguimiento a la denuncia en el ministerio público correspondiente, porque había que elegir entre atender la salud de Carmen y el cuidado de sus hijas, o dedicarse al ministerio público y a conseguir dinero para la defensa, sobre un expediente de 1,300 páginas.

La balanza no era fácil de equilibrar…

“Me acerqué a las autoridades dos veces y no me hicieron caso. Al contrario, nos llamaron para ‘conciliar’. Yo dije que yo no quería conciliar, que ese hombre quería matarme”…

“Ellos me dijeron que no, que lo pensara porque era el papá de mi hija, y que si yo lo metía a la cárcel, cuando mi hija creciera, me iba a cuestionar”… Así el actuar de las autoridades “competentes”.

Pero el momento más difícil de enfrentar para Carmen llegó el día que se quedó sola en su habitación del hospital, por fin se pudo levantar sola al baño, pero no había nadie que tapara los espejos, como había ocurrido en los últimos cuatro meses, en prevención de lo que podía pasar, cuando ella se mirara. Fue un descuido, en sólo un momento…

Protesta contra el machismo
Protesta contra el machismo

“No había nadie que me ayudara. Los enfermeros estaban ocupados, intenté levantarme y pude hacerlo, y fue cuando me vi, como una muñeca de trapo que ya está vieja y no quieras que se acabe, y tiene costuras por donde sea. Tenía parches de plata en todo mi cuerpo, con unas grapas grandísimas, de las que usan para engrapar cajas, de esas grapas me pusieron a mí en el cuerpo”.

“Tenía toda la cara cocida, llena de hilos. Me hice tan pequeña… Les pedí a los enfermeros que me inyectaran algo para morirme. Yo no quería vivir así. Tenía miedo a enfrentarme a la vida, de salir de ese hospital y que la gente me juzgará y qué él regresara a hacerme otra vez algo”.

“No sólo eran los dolores de la piel, era el dolor de saber que quien me hizo eso fue un hombre en el que alguna vez confié y el día que me miré por primera vez en el espejo, lo que vi fue el odio de un hombre, que en algún momento dijo amarme”.

“Hasta el día de hoy cuando me veo lo recuerdo a él. Entonces ¿cómo vivir libre? En mis sueños está él, en todos mis miedos. Si yo veo un carro extraño parado afuera, si mis hijas llegan a tardarse 10 minutos más cuando van a la tienda, yo ya me imagino que él se las llevó. Porque él está vivo y libre”.

Carmen vive desde hace dos años, junto con sus dos hijas, en una casa de refugio auspiciada por el estado, desde ahí tuvo la iniciativa —y necesidad— de formar un colectivo que abrazara a otras víctimas como ella, y juntas encontrar la ayuda que el mismo estado nunca les dio:

“Cuando salí del hospital fui a buscar mi carpeta de investigación y en el ministerio público me dijeron que no estaba, que no habían escuchado de ningún ataque con ácido. Me trajeron de un ministerio público a otro”…

“Yo llevaba el número de averiguación y me decían que no existía. Y así estuve por años. A donde ellos me mandaban yo iba, con mis heridas todavía abiertas, por alguna de las 60 operaciones que llevo”…

“Mónica, me tenían sentada en esos asientos, y se metían con mi hoja y se les olvidaba, hasta que yo me levantaba y les decía: disculpe, ¿me puede dar informes sobre mi hoja que le di?”…

“Afortunadamente encontré a mujeres solidarias que me empezaron a guiar por los lugares a donde tenía que ir. La última vez que me presenté al ministerio público les dije: sé que hay una orden de aprehensión, por favor búsquenla”…

Protesta contra el machismo
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Hasta que Carmen llegó al Senado de la República y ahí conoció a Raúl González, entonces Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, quien un 8 de marzo se comprometió a atraer su caso y encontrar su carpeta de investigación. Y poco después lo cumplió.

En una sola visita a un ministerio público del Estado de México la CNDH encontró la carpeta “perdida” de Carmen Sánchez, y a la fiscalía de la entidad no le quedó más remedio que reconocer públicamente, el 22 de octubre de 2019, “fallas al debido proceso” en la investigación de este caso. Cinco años después del hecho.

“Debo de reconocer que la carpeta de investigación se inició por lesiones simples, que la víctima no recibió la atención que debió recibir; no se clasificó el delito como debió haber sido (grave)… Estaremos aceptando la recomendación (de la CNDH), tomaremos las medidas y la reparación integral del daño” dijo entonces el Fiscal del Estado de México, Alejandro Gómez Sánchez, quien luego ofreció 300 mil pesos de recompensa a quien diera información sobre el agresor de Carmen, quien hoy sigue libre y el aún fiscal Gómez Sánchez sin dar ningún resultado en este caso.

Para Carmen han sido 7 años de lucha, 60 intervenciones quirúrgicas, ni un sólo día ha dormido sin miedo, mientras que la Fiscalía del Estado de México no ha sido capaz ni siquiera, de proteger una barda que hacía homenaje precisamente a las mujeres atacadas con ácido, ubicada en el municipio de Huixquilucan, para que ningún partido político borrara la pintura, por ser tiempos electorales…

“A mí me hubiera gustado ser la primera y la última mujer atacada con ácido en el mundo” me dijo Carmen, quien, como otras, describe su tragedia como una “muerte en vida”.

Pero sus hijas y las otras víctimas como ella, son hoy su motor para seguir viviendo y luchando por la justicia, y porque no haya #NiUnaMas atacada con ácido en México.

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