En los tres últimos Pesos y Contrapesos analicé, para el primer trimestre, el comportamiento general y por sectores del PIB (primario, secundario y terciario), así como el comportamiento estatal del PIB para el cuarto trimestre de 2020.
Con relación al comportamiento general del PIB, trimestralmente, la buena noticia es que creció, la mala que creció menos. Anualmente la mala noticia es que decreció, la buena que decreció menos.
Con relación al comportamiento del PIB por sectores, la buena noticia es que, trimestralmente, el sector que más aporta al PIB (terciario, 63.6 por ciento), fue el único que creció (0.7 por ciento). La mala noticia es que, anualmente, el que menos aporta al PIB (primario, 4.7 por ciento), fue el único que creció (2.8 por ciento).
Por último, con relación al PIB estatal, es de notar la enorme desigualdad en las tasas de crecimiento. Trimestralmente Quintana Roo creció 9.7 por ciento y Tlaxcala decreció 0.2. Anualmente Quintana Roo decreció 20.3 y Oaxaca creció 4.5 por ciento.
Todo lo anterior relacionado con lo que ya pasó en materia del PIB y, por lo tanto, del crecimiento de la economía, ya que el PIB es la variable con la que se mide dicho crecimiento, PIB que es la producción de bienes y servicios para el consumo final. ¿Qué se espera para el futuro?
Según la media de las 38 respuestas recibidas por el Banco de México en la encuesta de abril sobre las expectativas de los principales analistas en economía del sector privado, en 2021 el PIB crecerá 4.76 por ciento, 6.50 según la expectativa más optimista y 3.40 según la más pesimista, y 2.66 por ciento en 2022, 3.70 según la expectativa más optimista y 1.50 según la más pesimista. Para los próximos diez años, del 2022 al 2032, la expectativa de crecimiento es 2.20 por ciento, 3.25 según la más optimista y 1.50 según la más pesimista, lo cual supone volver, después de la recesión de 2019 (menos 0.05 por ciento) y 2020 (menos 8.45 por ciento), y la “recuperación” del 2021, a la normalidad. Entre 1982, año en el que perdimos el crecimiento elevado, y 2018, antes del inicio de la actual recesión, el crecimiento promedio anual de la economía fue 2.25 por ciento. En el periodo anterior, de crecimiento elevado, de 1935 a 1981, dicho crecimiento fue 6.17 por ciento.
Volver a la normalidad en materia de crecimiento económico, con crecimientos del PIB del 2.20 por ciento, es volver a la mediocridad. Suponiendo que se cumplen estas expectativas, y que en los próximos diez años la economía crece en promedio anual 2.20 por ciento, habremos sumado 51 años de crecimiento mediocre, algo inaceptable por lo que implica en términos de oferta de bienes y servicios, de creación de empleos y de generación de ingresos y, por lo tanto, de bienestar.