Israel, Palestina, la vida entera…

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela Foto: larazondemexico

Los últimos días hemos visto, una vez más, un fuerte enfrentamiento entre Hamas e Israel. La añeja polarización política se ha apoderado, también, de la discusión pública. ¡Como si fuera fácil decir: éste es el villano y aquél la víctima! El entramado de intereses, historia, oportunidades perdidas, sabotajes, venganzas y traiciones hace que, ese tipo de afirmaciones, sean injustas —especialmente, para los civiles que viven en medio del conflicto.

No pienso que las lecturas maniqueas, dicotómicas, sean más que eso: caricaturas simplistas de la compleja realidad que vive la Franja de Gaza pues “contando una sola historia tiendes a convertirte en prisionero de esa historia”, como ha señalado David Grossman.

Por ello, me gustaría entreverar frases de dos grandes escritores para que, con sus estilizadas plumas, sus profundas convicciones y con la experiencia de sus propias vidas, enmarquen la complejidad del conflicto.

Aprovecho el talento del escritor israelí, David Grossman, quien ha pasado sus días en el centro de las batallas; su sensibilidad y cercanía pueden retratar —sin duda— mejor que lo que podría hacer cualquier analista, la herida a la que nombramos conflicto. Por la parte palestina, utilizo las letras de Gassan Kanafani que fue uno de los escritores y periodistas palestinos y árabes más conocidos del siglo XX; más allá de su activismo político, sus poderosos escritos cuentan, como nadie, las pérdidas que deja a su paso la guerra.

Se pregunta Gassan Kanafani, en el cuento En mi entierro, “¿Sabes lo que es perderlo todo al volver a tu casa? ¿Sabes lo que es descubrir que tu yerma vida no ha sido más que una broma de breves instantes? y ¿sabes lo que es un amor erigido tan sólo sobre los pilares de la compasión?”

En La Vida Entera (2010), Grossman novela la experiencia de haber perdido a su hijo Ari. Escribe que… “sentí que debía vengarme de quienes habían propiciado que aquello ocurriera. Pero noté algo extraño, noté que en esa tesitura la habilidad para estar en contacto con mi hijo quedaba bloqueada. No era capaz de sentirlo. Y pensé que era un precio demasiado elevado que pagar. Nos convertimos en víctimas de la necesidad de vengarnos”.

Continúo con Kanafani, “(…) el hombre es valiente siempre y cuando no tenga necesidad de serlo; sin embargo, cuando se trata de algo real que exige serlo, se desmorona al tener que comprender el valor como resignación, la renuncia a todo lo humano para reducirse a la contemplación, alejándose de la práctica”.

Termino con Grossman: “Una de las cosas que olvidamos es que la empatía y el perdón tienen más fuerza que la violencia”.

Para los estrategas y los estadistas sonará ingenua mi propuesta; pero, estoy cierta de que una dulce y digna derrota habría sido lo mejor para muchos ciudadanos —palestinos e israelíes— que han perdido la vida entera. Pero, para ello, hace falta verdadera valentía.

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