Cazando a los opositores: el caso de Bielorrusia

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González
Leonardo Núñez González La Razón de México

El manual básico del autoritarismo indica que los críticos del gobierno tienen que enfrentar todo el peso del Estado para ser silenciados y servir de ejemplo para disuadir a cualquier ciudadano de levantar la voz y cuestionar al poder.

El caso del dictador bielorruso Alexander Lukashenko, cuyo gobierno desvió un vuelo internacional con tal de arrestar a un joven periodista, es el último caso que muestra los límites que el autoritarismo está dispuesto a cruzar con tal de acallar a los ciudadanos que le incomodan.

Roman Protasevich es un joven periodista bielorruso que, apenas con 27 años de edad, se convirtió en el objetivo de uno de los actos más osados de Lukashenko, que es infamemente conocido como el último dictador de Europa. Debido al peligroso clima de represión, Roman escapó desde hace varios años de Bielorrusia para poder continuar su labor periodística en contra del régimen pensando que en otro país podría tener un poco más de seguridad. Uno de sus proyectos más significativos es un canal de Telegram, la popular aplicación de mensajería instantánea, que es denominado como Nexta. A través de este canal, se ha apoyado la difusión de información sobre el régimen y sobre las multitudinarias manifestaciones ciudadanas que se han llevado a cabo desde las últimas elecciones cuestionables en las que el dictador se declaró ganador para ejercer un sexto mandato en el poder, que ha mantenido ininterrumpidamente desde 1994.

Roman abordó un avión en Grecia el pasado domingo 23 de mayo para concluir unas vacaciones y regresar a Lituania, país vecino de Bielorrusia, desde donde continúa con sus labores. En el momento que el vuelo FR4978 de la compañía Ryanair ingresó a espacio aéreo bielorruso, recibió un mensaje de una supuesta amenaza de bomba y la indicación oficial de que debía desviar su ruta para aterrizar en Minsk, la capital bielorrusa. Para asegurarse de que la orden sería acatada, un jet de combate se emparejó con el vuelo comercial y lo acompañó hasta su nuevo destino. Al aterrizar, inmediatamente Roman fue detenido, junto con su pareja, y llevado a prisión acusado de causar disturbios masivos, lo cual podría condenarlo a 15 años de prisión, y de estar involucrado en actos terroristas, delito por el que podría recibir la pena de muerte.

El acto ha sido denominado como un “secuestro de Estado” y fue condenado categórica y universalmente por los miembros de la Unión Europea, a la vez que se ampliaron las sanciones sobre el régimen de Lukashenko. Sin embargo, es un hecho que Roman Protasevich hoy se encuentra en las garras del régimen, que podría decidirse simplemente a eliminarlo. Desafortunadamente, aun con la espectacularidad de esta acción, no se trata de un hecho nunca antes visto en otros regímenes. De acuerdo con el reporte “Fuera de vista, no fuera de alcance”, publicado por Freedom House a inicios de año, desde 2014 se han documentado al menos 608 casos de represión transnacional, en la que los gobiernos logran atrapar a disidentes y opositores fuera de sus fronteras para regresarlos y procesarlos. El primer paso del autoritarismo consiste en poner una diana en las espaldas de los opositores.

Temas: