“El aceite es un agua con caderas, un agua impura que conoce el deseo, el tiempo y la muerte. En lugar de avanzar fluido y sin problemas como el agua, el aceite se insinúa y se contonea. Mientras el agua, franca y anárquica, simplona y monótona, libera el mundo de todos sus secretos, el aceite es un agua que carga con un secreto, un agua que se distrajo en algún recodo y desde entonces perdió su inocencia”, escribió el poeta, el narrador Fabio Morábito en Caja de herramientas.
El pasaje es soberbio y releerlo varias veces le otorga densidad. Me impresiona ese mirar al sesgo, ese enfocarse en lo imperceptible. Imagino a Morábito. Observa el aceite, lo observa largo tiempo mientras agita la botella, toma notas, sirve un chorrito en el cuenco de la mano. Observa. Cachondea el aceite con el dedo, rompe la superficie, observa. En un golpe de intuición le vislumbra las caderas.
Soy coleccionista de pequeñeces, rondo lo —sin—importancia y me aferro a ello. Casi daría la vida por una nota a mano que me trae el eco de una voz extinta, un anillo específico que me abraza el dedo y una etimología cuajada de estrellas. Recuerdo ahora que cuando García Márquez escribía El otoño del patriarca en Barcelona, no avanzaba. Bloqueo total. Entonces volvió a Colombia, dijo, porque estaba olvidando el olor de la guayaba: el gesto corporó al país en el aroma de reventazón.
En esa misma línea de placeres menores y perentorios pregunté en Twitter: “¿Qué objeto o experiencia sensorial te da bienestar?”. Llegaron más de 300 respuestas; hice una criba de vivencias que suscribo, mucho suscribo, y añadí la cuenta cuyo tuit vi primero. Aquí va la propuesta colaborativa de veinticinco felicidades ínfimas, íntimas, desesforzadas.
No somos tan distintos y, como dice Kae Tempest, poeta, en su libro Conexión, pienso que estas ideas pueden ayudarnos a “acceder a un lugar con potencial para resonar… valorar las cosas pequeñas y que requieren tiempo. Pequeños intercambios. Intimidades genuinas… [porque] la belleza es esto”: una ducha de agua caliente @HembraDeAcero; una pintura que me toca @guilledts; el frío de la mañana al tomar café (o té) @VekaDuncan; respirar conscientemente @JBMSyS; el olor del pan recién horneado @AlcantHector; un atardecer que se incendia en naranja @ojolosoy; besos en la boca @espia_rusa; bailar @raibeniu; el pasto recién cortado @MestaAmado; descubrir una palabra @estelapmolatore; fotos del pasado @KronopioSinFama; oler un libro nuevo @atomicdarinka; caminar descalza sobre pasto @bea_livres; el ronroneo de mi gato @KarenVilleda; escribir a mano @cherman69; el sol que entra de mañana @YoLaMerita; el anillo de mi papá en mi dedo @thinkblumex; leer @leerporleer; mi música preferida @doctorsimulacro; pisar hojas secas en otoño @AdiGochez; abrazar fuerte, pegado al corazón @yamispr; el olor de mi hijo @wendygiselc; acariciar a mi mascota @Helena_Crowley; entrar a sábanas frescas @pavidonavido; el olor del pasto después de la lluvia @benistofeles