No tiene sentido desacreditar la consulta del domingo con base en filias y fobias.
Por más críticas que se le hagan es un ejercicio democrático que pone en el centro plantearnos si le damos la vuelta al pasado o no lo olvidamos ante lo que se tendrían que diseñar estrategias legales para ver qué hacer con el “no olvidar”.
Difícilmente la respuesta en la consulta tendrá como respuesta el “no”, está en línea directa del “sí”. Lo que sí va a enfrentar es la previsible abstención o la eventual anulación de votos.
El dilema sobre sí participar o no tiene mucho que ver con lo que ha sido el proceso. Desde la decisión de la Corte de cambiar la pregunta, tratando de quedar bien con todos, pero sobre todo con el Presidente, hasta las dudas que provoca la pregunta y lo que se va a hacer con los resultados.
También son un factor los válidos cuestionamientos sobre el que se coloque a la justicia bajo una consulta, siendo que tenemos un marco legal para investigar hechos que se presume están fuera de la ley, lo que incluye a los expresidentes.
López Obrador ha sido contradictorio en el tema. En la campaña presidencial insistió en que no se metería en discusiones sobre el pasado, porque para él prevalecía el perdón sin olvido y no quería distraerse. A pesar de ello como Presidente ha insistido en una consulta sobre el pasado, la cual quería que se celebrara el mismo día de las elecciones.
La oposición se opuso por la inquietud, diríamos temor, de que el Presidente apareciera en las boletas con todo lo que esto podría provocar. Se cambió la fecha y se le encargó al INE que la organizara y se le otorgó un presupuesto, el cual ahora no tiene sentido cuestionar porque se estableció bajo el consenso de todos los partidos, incluyendo a Morena el cual parece lo ha olvidado.
Al Presidente y a Morena le viene bien bajo cualquier circunstancia la crítica al INE entre otras muchas razones por lo que quieren hacer, la consulta está siendo un escenario más para señalar y seguir creando una imagen de descrédito hacia el instituto.
El gobierno y Morena han desarrollado estrategias de movilización para el domingo que, aunque no garanticen una amplia presencia en las mesas de votación, sí les puede posibilitar que la consulta sea vinculante llegando al 40% del padrón electoral; de no ser que haya una sorpresa, no se ve que esto sea factible.
El gran tema es lo que se va a hacer con los resultados y cómo se van a interpretar por el Presidente. Para López Obrador es muy importante el discurso del “no olvido” basado en la consulta, porque le va a seguir siendo útil para continuar con sus referencias al pasado, las cuales le han permitido una estrategia paralela a la gobernabilidad.
Destaquemos dos elementos hacia el domingo. Por un lado, el país se abre al ejercicio político de gobernabilidad que significa una consulta. No es el mejor de los inicios, pero, sin duda, es un instrumento que debe de ser parte de la relación gobernantes-gobernados. Por otra parte, aunque la pregunta sea confusa, en el fondo plantea qué hacer con nuestro pasado.
Estamos ante la violencia, violación de derechos humanos, fosas clandestinas, complicidad entre delincuencia organizada-gobernantes, muerte de inocentes, secuestros, impunidad y corrupción, entre otros.
No compartimos la forma en que se están haciendo las cosas, entre otras razones porque la justicia no se consulta, se aplica y punto.
Sin embargo, participaremos porque no podemos olvidar que una parte de nuestro pasado es el que nos tiene bajo circunstancias dolorosas, tristes y cargadas de rabia, y además porque la impunidad no puede rodear a quienes nos han gobernado, lo que incluye a los de ahora, aunque digan que no son como los de antes.
RESQUICIOS
La economía está en la adversidad. Según el Inegi, el 90% de los hogares está desfondado por la pandemia, entre otras razones se debe a la falta de apoyo a micro, pequeñas y medianas empresas.