Columbus, Ohio, mayo de 1999, una trabajadora social habla con los hermanos Biles afuera de la casa de su madre, se trata de Ashley (nueve años), Tevin (cinco), Simone (dos) y Adria (cuatro meses). Les explica: “Vamos a llevarlos a una casa de acogida, sólo durante un tiempo, para que Shanon (su madre) pueda recuperarse de sus adicciones”. La gimnasta cuenta esta historia en su autobiografía Sin miedo a volar (2017); comparte que, a pesar de ser tan pequeña, entendía perfectamente lo que estaba pasando.
Cuando años después todo se organizó, Simone y Adria fueron adoptadas legalmente por su abuelo materno, militar, y su esposa, una enfermera de la Cruz Roja, quienes integraron a las niñas a la familia que tenían con dos hijos adolescentes. Las llevaron a vivir a Texas, donde crecieron en un ambiente de armonía y afecto. Los hermanos mayores de Simone: Ashley y Tevin fueron adoptados por una tía abuela en Ohio, pues deseaban estar cerca de su madre. Tevin (27 años), actualmente está en prisión acusado de homicidio involuntario de tres personas.
Su nueva familia cuenta que desde que Simone llegó a la casa hacía destrezas, trepaba y jugaba con una facilidad asombrosa. A los seis años, por un viaje escolar cancelado la llevaron a visitar un centro de gimnasia artística, donde imitó a las deportistas, los instructores impresionados de su talento mandaron una carta a sus padres invitándolos a inscribirla, el resto está en su semblanza, es considerada la mejor deportista de la historia de la humanidad.
En enero de 2018, Simone reveló que había sido víctima de abuso sexual perpetrado por el doctor del equipo estadounidense de gimnastas Larry Nassar, condenado a cadena perpetua por abusar de 265 atletas mujeres, su método: hacía un “tratamiento para las lesiones” que consistía en un “ajuste intravaginal”, las penetraba con sus dedos y sin guantes, haciendo práctica frecuente tocarlas en sus partes privadas, a veces delante de sus familiares.
El tiempo de pandemia ha sido especialmente difícil para Biles: en junio de 2020 levantó una demanda formal contra el Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos (USOPC) por haber protegido al doctor Nassar y descuidar a sus
atletas, pues cuando hicieron las denuncias la USA Gymnastics, más que actuar trató de frenarlas ofreciendo 194 millones de euros para quedar libres de responsabilidad. A su llegada a las Olimpiadas de Tokio la deportista afirmó: “Es difícil venir aquí con la organización que nos falló tantas y tantas veces, ellos no hicieron su maldito trabajo, que era protegernos”.
La gimnasta, ya había hablado de ser portadora de Trastorno por Déficit de Atención y de haber sido medicada. En julio de 2020 le dijo a la revista Vogue: “Estaba muy deprimida. Dormía mucho para escapar de todos mis pensamientos, del mundo, de lo que estaba sucediendo”. Afirmó que cuando se aplazaron los juegos de Tokio estaba “destrozada”, ya que significaba que tendría que pasar un año más con la USA Gymnastics.
El 27 de julio pasado, Biles se retiró de las olimpiadas por sufrir: “twisties”, que son momentos repentinos en los cuales el cerebro del atleta y su cuerpo pierden la conexión resultando en un fallo de la memoria muscular para un movimiento de alta complejidad, pueden tener lesiones fatales.
La doctora Kathleen Cullen, de la Universidad Johns Hopkins, explica: “Cuando el cuerpo está en un movimiento complejo, el cerebro toma información de los nervios de las células de los ojos que le indica a nuestro sistema vestibular del oído la posición en que estamos, aquí se controla el sentido de balance, la corteza cerebral integra todas estas señales y las compara con un ‘modelo interno’, entonces interviene el cerebelo, una estructura neurológica que genera señales ante cualquier desconexión enviando un rápido mensaje a la médula espinal que permite que las vías reflejas del cuerpo se ajusten”. En su publicación de Scientific American de 2018, añade: “Nuestra investigación ha demostrado que el cerebelo hace un cálculo en un milisegundo mandando una señal a la médula espinal que le permite al atleta tener la conciencia de no efectuar ciertas rutinas, por estrés se libera una sustancia llamada cortisol, que tiene receptores en las estructuras mencionadas que le indica a la mente del atleta que no puede realizar el movimiento”.
Biles es un ejemplo de resiliencia, superando su historia, con dolor crónico por lesiones, incluyendo: cálculos renales, fracturas de las que no se daba cuenta, abuso sexual, luchando por conseguir sus objetivos; sin embargo, en esta ocasión, fue necesario que escuchara lo que su cuerpo y mente le indicaban: retirarse, deja
un valioso mensaje.
En sus palabras: “Desde que entro al tapiz, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con mis demonios. Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar”.
Médico psiquiatra y psicoterapeuta
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.