En estos días que estuve revisando la información y, debo de confesar, que a estas alturas de la vida pocas cosas me sorprenden, leí la declaración de Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), quien en una conferencia que dictó para estudiantes de la Escuela Normal de San Felipe del Progreso, en el Estado de México, dijo que: “leer por goce era un acto de consumo capitalista”. ¡Quedé anonadada!
Funcionario polémico
Sobre todo porque estoy convencida de que la lectura es importantísima para poderse preparar, para conocer, para aprender, para imaginar, para poder escribir bien, para poder ir al pasado y al presente y conocer lugares maravillosos a los que sólo se puede llegar por medio de los libros.
Los libros son indispensables para poder tener una cultura general. Pero, además, inculcar el habito de la lectura en esta pandemia, donde miles de niños, niñas y jóvenes no han podido asistir a la escuela presencial, es un método muy eficiente para que aprendan en un momento donde el año escolar prácticamente se perdió.
Pero este comentario, hecho ante estudiantes, es grave, pero es mucho más grave por quien lo dijo. Este señor Marx Arriaga es nada más ni nada menos que el encargado de los libros de texto gratuito.
Sí, no es la primera vez que este señor causa polémica. Recordemos que hace poco inició una convocatoria para cambiar el contenido y rediseñar los libros de texto gratuito en un tiempo récord y sin remuneración para colaboradores e ilustradores.
Para ello, Arriaga convocó a maestros de educación pública, jubilados y becarios para crear en menos de dos meses —expertos consultados en la materia señalan que este proceso dura al menos nueve— los contenidos de 18 libros de texto de la Nueva Escuela Mexicana.
Así, más de dos mil 365 personas fueron seleccionadas para colaborar en la actualización de contenidos. Muchos de los participantes denunciaron desorganización y se quejaron que esto les significaba un trabajo extra, pues a la par de participar en juntas virtuales y chats de discusión, debían de continuar con sus clases y evaluaciones a sus alumnos.
En cuanto al rediseño de las portadas, muchos ilustradores criticaron que se les quisiera pagar tan sólo con una constancia con valor curricular, así como un ejemplar del libro.
El proyecto fracasó. Solamente se acabaron dos libros, con muchos errores.
Uno de los libros de texto Lengua Materna. Español, del tercer grado de primaria, fue reprobado por especialistas en pedagogía. Consideraron que los contenidos eran confusos, poco acordes con el nivel de los estudiantes, y que las imágenes estaban borrosas.
Al final, a Arriaga no le quedó de otra más que aceptar que el proyecto debía suspenderse, a la vez que agradecer a quienes participaron.
Era obvio que el destino de los libros de texto sería ése, un fracaso. Los libros que los niños de primaria van a tener están supervisados por un señor que asegura que: "leer por goce es un acto de consumo capitalista".
A diferencia de lo que piensa Arriaga, la lectura no sólo es un proceso de decodificación, sino también de vivencia. Por eso la lectura también debe ser placentera: la lectura que se goza nos ayuda a enriquecer nuestra imaginación y la inspiración.
Luego del panorama descrito con cifras en materia de lectura, las palabras de Arriaga, además de escandalizarnos, deben obligarnos a exigir a las autoridades una educación de calidad para nuestros niños y jóvenes.
Niños y jóvenes que están siendo educados en un contexto donde la ideología es más importante que la cultura y la educación.
Hoy, los estudiantes en México están teniendo problemas graves, como deficiencias en lectura de comprensión.
Revisemos los datos más cercanos, porque ahora no se ha evaluado a los estudiantes; el pretexto: la pandemia. La realidad es que la mayoría de estos estudiantes han bajado en su rendimiento escolar.
En los resultados del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) de 2018, nuestro país se colocó en el penúltimo lugar en este rubro con 420 puntos. Este resultado nos ubicó 63 puntos por debajo del promedio general obtenido por todos los países integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Así, México retrocedió de 422 puntos en el año 2000 a 420 en 2018.
Para ubicarnos mejor, comparemos los resultados de nuestro país con nuestros vecinos más cercanos: Canadá y Estados Unidos. La prueba arrojó que la primera nación obtuvo un resultado en comprensión lectora de 520; mientras que la segunda, 505.
Sólo para poner en contexto, hay que decir que la prueba PISA se realiza cada tres años a estudiantes de 38 países miembros de la OCDE para evaluar el desarrollo de habilidades y conocimientos en tres áreas importantes: lectura, matemáticas y ciencia.
Los resultados de aquel 2018 también indicaron que 35 por ciento de estudiantes mexicanos no lograron aprendizajes suficientes, en comparación con el promedio de los países de la OCDE, que es de 13 por ciento.
Por si fuera poco, sólo uno por ciento de los escolares mexicanos mostró un nivel de desempeño por encima de los niveles de competencia más elevados.
Así, en el estudio se señalaba que la calidad de la educación en nuestro país estaba muy lejos de ser suficiente para los estándares mínimos a nivel mundial. Incluso se afirmaba que la metodología, programas de estudio y planificación escolar eran precarias al compararlas con las necesidades sociales.
Más datos: en el 2020, según los resultados del Módulo sobre Lectura (Molec) 2020, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), del 2016 hasta el año pasado, la población lectora se redujo del 80.8 por ciento al 72.4 por ciento, es decir, casi 10 puntos porcentuales.
De esta forma, siete de cada 10 personas de 18 años o más, que saben leer y escribir,
leen de forma habitual libros, revistas, periódicos, páginas de Internet, blogs y foros.
Llama la atención, que el Molec señala que el 38.7 por ciento de los mexicanos leen libros por entretenimiento, 27.1 por ciento por actividades de trabajo o estudios, el 25.5 por ciento por cultura general. Más mexicanos leen por placer que por obligación.
A final de la plática y después de la desastrosa declaración sobre la lectura, Arriaga indicó que la Estrategia Nacional de Lectura, del Presidente Andrés Manuel López Obrador, tenía por objetivo formar a mexicanos pensantes, inteligentes y que cuestionen su realidad.
Le pregunto a Marx Arriaga: ¿Cómo se pueden formar mexicanos pensantes, inteligentes y que cuestionen la realidad que viven, si no se les inculca la lectura?
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.