Saber economía

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>&nbsp;<br>
Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.  Foto: larazondemexico

¿Qué tan importante es que la gente sepa economía? Mucho, sobre todo si se han de evitar las malas políticas económicas, que acaban frenando, en el mejor de los casos, o descarrilando, en el peor, a la economía, con los efectos que ello tiene sobre el bienestar de las personas, efectos que son la consecuencia, al final de cuentas, o por principio de ellas, de la falta de empleos y/o de la insuficiencia de ingresos, empleos e ingresos que determinan el bienestar de la gente, que depende de la cantidad, la calidad y la variedad de los bienes y servicios con los que cuentan para satisfacer sus necesidades, gustos, deseos y caprichos, bienes y servicios que hay que comprar, para lo cual hay que pagar un precio, para lo cual se necesita ingreso, para lo cual se necesita empleo e ingreso.

Conviene que la gente sepa de economía para que, sobre todo en las democracias, en las que se tiene la posibilidad de elegir a los gobernantes, se evite la llegada al poder de charlatanes que propongan políticas económicas, cuyas intenciones son buenas, y a veces excelentes, pero cuyos resultados son malos, y a veces pésimos, como por lo general sucede.

Un buen ejemplo de lo anterior es la fijación gubernamental de precios máximos, por arriba de los cuales nadie debe ofrecer. ¿Cuál es la intención? Beneficiar a los consumidores, ¿y quién puede estar en contra de ese beneficio?, sobre todo si se hace creer, como por lo general sucede, que los precios vigentes son consecuencia del abuso de los oferentes, abuso que se corrige, precisamente, con la fijación gubernamental de un precio máximo, por arriba del cual ningún productor debe ofrecer.

¿Qué pasa si al precio máximo el oferente no recupera sus costos de producción? Primera posibilidad: que se forme un mercado negro en el cual se ofrece, y se vende, a un precio superior al máximo, que sí le permite al oferente recuperar sus costos de producción. Segunda: que el gobierno, echando mano de los impuestos que les cobra a los contribuyentes, subsidie a los oferentes que, al precio máximo, no recuperan sus costos de producción. Tercera: que los oferentes que no recuperan sus costos de producción, y que por ello incurren en pérdidas, dejen de producir, generándose, si ningún nuevo oferente los sustituye, lo cual es poco probable, escasez.

La fijación de precios máximos puede ser una promesa eficaz en una campaña electoral, sobre todo si los ciudadanos no saben de economía y no son capaces de prever sus consecuencias, de las cuales la más grave es la escasez, lo cual quiere decir que a ese precio máximo la cantidad demanda es mayor que la ofrecida, por lo que habrá consumidores, dispuestos a pagar ese precio, que no encontrarán el producto.

Es importante que los ciudadanos sepan economía. ¿Cuántos saben?

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