Hannia Novell, periodista y reportera, estuvo en Afganistán durante la caída del régimen Talibán en 2001. Vivió en carne propia lo que se vivía en ese país que hoy regresa con la llegada nuevamente de los talibanes al poder. En su libro Bitácora de Guerra, Novell explica lo que fue cubrir estas historias.
Hannia Novell (HN): Como lo narro en el libro Bitácora de Guerra. Experiencias de una reportera, entramos porque veníamos, lo que llamo yo, como la ruta del terrorismo, empezamos a trabajar el tema inmediatamente después de que cayeron las Torres Gemelas, estuvimos en Nueva York cronicando lo que había ocurrido, después me trasladé al Pentágono y después en esta búsqueda de Osama bin Laden estuve trabajando ahí en Afganistán cubriendo la entrada del ejército de la Alianza del Norte, junto con el ejército estadounidense.
Lo que podíamos ver en un principio, aunque estaba entrando el ejército, que aunque estaban derrocando al talibán, las mujeres tenían miedo, muchísimo miedo de un régimen totalitario, intolerante, cruel y, me atrevo a decir, deshumano.
Eran reprimidas, maltratadas, golpeadas, vejadas, no tenían permiso de caminar solas en la calle, tenían que caminar con un hombre y un hombre familiar en línea directa, esto es el padre, un hermano o el esposo, y las veíamos prácticamente encarceladas en su propio cuerpo, en el burka que todos ya conocemos, esta túnica azul con apenas una rejita en los ojos que las dejaba mirar, pero eran castigadas, a latigazos incluso, si dejaban ver alguna parte de su cuerpo, sus manos o sus pies, de tal suerte que a las mujeres no las veíamos solas nunca, nunca caminaban solas y preferían salir a la calle en las noches.
Esto ocurría en Afganistán, pero también en Irak, y los castigos iban, eso vivían, desde latigazos hasta laceraciones a pedradas hasta matarlas en plena calle. Las enterraban y les dejaban al descubierto la cabeza hasta que murieran, ése es el régimen talibán que conocí.
Bibiana Belsasso (BB): Una vez que entra el ejército estadounidense, que es cuando empiezan a liberarse de alguna manera las mujeres, no querían salir a las calles por el terror.
HN: No querían salir a la calle porque ya habían sido sometidas, ya no las dejaban estudiar, no las dejaban trabajar, las habían sacado, corrido o despedido de todos los puestos que habían logrado conseguir, ni siquiera podían ir disfrazadas de hombre a la escuela porque inmediatamente se daban cuenta o filtraban la información y eran castigadas, los castigos eran terribles, hasta llegar a la muerte.
Las niñas no tenían derecho a la educación, no podían hablar en público, mucho menos reírse, y entonces me contaban las mujeres que empezaban a quitarse el burka, pero con miedo y poco a poco decían: “Bueno, pues una vez que todo mundo lo haga, yo lo haré”. “Bueno, se la retiraré a mi hija una vez que la cosa esté tranquila”. Y hoy de nueva cuenta empieza a pasar lo mismo, de hecho, el número y el precio de los burkas en Afganistán subió inmediatamente que los talibanes tomaron el control de la capital.
Va a repetirse la misma historia. Decía el talibán que estaban en acuerdos y que iban a respetar los derechos de las mujeres, desde mi punto de vista, porque estuve ahí viviéndolo, no va a ocurrir así.
Instalarán de nueva cuenta la Ley Islámica, y no es que sea mala, es que cada quien la interpreta como quiere y hay una confusión entre las reglas del gobierno, las estrategias del gobierno y la religión. Aquí lo que ocurre es que se entremezclan las leyes con la religión y hacen creer a las mujeres que parte de la religión implica cubrirse todo el cuerpo.
BB: ¿Las mujeres están asumiendo que es parte de la religión y que tienen que hacerlo así?
HN: Lo platicaba con muchas de ellas y también después estuve en Irak y muchas me decían que ya es parte de su vida, de su idiosincrasia, de su religión, y no es así, se fue confundiendo, se fue mimetizando, se fue sintetizando al grado que creen que es parte de la religión.
Lo impusieron como parte del gobierno en los dos países, en Afganistán e Irak, pero esa es la interpretación y a eso se tienen que ajustar, incluso nosotras como extranjeras teníamos que ponernos las burkas para poder salir a la calle y reportear, nos veían extrañísimo, una mujer occidental que además fuera la que mandaba, la que dirigiera al equipo y la que hablaba a los hombres, era un shock cultural y me parece que vamos de nueva cuenta a este retroceso.
En Afganistán sigue siendo la ley del hombre (…). Sí, dejaron salir primero a los hombres porque trabajaron más en este gobierno, pero las mujeres ya estaban ocupando puestos importantes
BB: Tuviste muchas agresiones en este viaje, haciendo este trabajo.
HN: El traductor no quería hablarme a mí, le hablaba al camarógrafo, era triangular todo, no quería hacer las entrevistas con las mujeres, de verdad era una situación muy triste y muy complicada, el trabajar en situación de guerra, en situación de conflicto.
BB: Todavía hay muchos norteamericanos, gente que quiere salir de Afganistán y que no han podido hacerlo.
HN: Pues vemos las imágenes desgarradoras que circularon.
BB: Pero veíamos a muchos hombres, la gran mayoría hombres, pocas mujeres, pocos niños.
HN: Es correcto, sigue siendo la ley del hombre allá, las visas, los pasaportes, los documentos. Sí, dejaron salir primero a los hombres, también porque eran los hombres los que trabajaron más en este gobierno de transición de Hamid Karzai y después de su sucesor, pero las mujeres ya estaban ocupando puestos importantes, ya había funcionarias, así que tampoco entendemos cómo dieron prioridad para sacar primero a los hombres y no a las mujeres y niños.
BB: Vimos un presidente de Afganistán abandonando el país con millones y millones de dólares.
HN: Pues es que eso es lo que no dejó avanzar, los millones de dólares que dio Estados Unidos para entrenar al ejército afgano y que se quedara ya con el control y la seguridad de su pueblo y su país, pues ahí está el problema, la raíz del conflicto, el dinero no se gastó para entrenar y equipar a los militares, se fue por las cloacas, se lo gastaron, se fue en temas de corrupción y era evidente y obvio que si no se estaba invirtiendo el dinero que estaba mandando Estados Unidos, pues alguien se lo estaba embolsando. Dice el presidente que salió huyendo, que según él está asilado, que él no tiene ese dinero, que él no se llevó el dinero, habrá que hacer una investigación.