Afganistán, mujeres, periodistas y migrantes

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

En medio de escenarios tan cambiantes hay situaciones que deben de atenderse en lo inmediato. No se pueden dejar pasar, porque si no se atacan las consecuencias pueden ser mayúsculas.

Afganistán es un asunto en el cual el mundo está involucrado. Llegará el tiempo en que cada quien tenga que asumir sus responsabilidades, particularmente EU, pero mientras se tiene que atender lo que pasa y como parte de la comunidad internacional asumir responsabilidades ayudando en la medida de las posibilidades.

Son escenarios en donde se tiene que actuar lo más pronto posible, porque no hacerlo puede significar violaciones a los derechos humanos, tortura, vejaciones y la pérdida de vidas. Afganistán está en medio de una transición en que no queda claro hacia dónde puede llegar.

La información es confusa y hay evidencias de que puede entrar en un callejón sin salida marcado por radicalismos y quizá por un espíritu de venganza de los talibanes.

La rapidez con la que cambió el estado de las cosas muestra lo endeble que fue la política estadounidense a lo largo de dos décadas y también de cómo en Afganistán no se pusieron de acuerdo en lo político en la búsqueda de un régimen democrático y representativo de todas las tendencias que conforman la vida del país.

El gobierno mexicano ha reaccionado con prontitud en el caso. En medio de la confusión hay evidencias de que en el país empiezan a gestarse ataques en contra de ciudadanos que se distinguen por una visión crítica e independiente.

Es el caso de las mujeres y de un buen número de periodistas que, estos años, han desarrollado agendas propias con trabajos de investigación que merecen respeto, atención y que han trascendido en la vida cotidiana de Afganistán.

Si bien es encomiable la política del gobierno mexicano, no ha pasado por alto que su reacción ha llevado a cuestionarlo sobre la forma en que actúa en temas de esta naturaleza en el país, en el respeto y defensa de las mujeres, el ejercicio periodístico y los migrantes. En este último caso, porque desde hace varios días se han presentado protestas en Tapachula donde se le ha exigido al gobierno mexicano que atienda las demandas de cientos de migrantes.

Las referencias no pretenden caer en un maniqueísmo o una crítica a las decisiones de política exterior que se están tomando sobre la situación en Afganistán. Más bien debieran llevar a no perder de vista lo que está pasando en el país.

Las razones que se tienen respecto a ofrecer el asilo son comunes a problemas que tenemos en que no se han encontrado soluciones y en donde se tiene que reconocer que los escenarios se han agudizado.

No se trata de no dejar de hacer las cosas, se trata de caminar desarrollando estrategias con perspectivas comunes, muchas de las tareas y deberes respecto a estos temas se han dejado de hacer.

Los migrantes en el sureste reclaman por qué México se afana en el tema Afganistán, mientras que no los atienden y en muchos casos pasivamente se recibe a migrantes deportados desde EU. El espíritu de Trump reapareció con la decisión de un juez de poner en marcha de nuevo el “Quédate en México”.

No han parado los feminicidios, la violencia contra las mujeres, las agresiones y asesinatos a periodistas y el gobierno sigue con una tendencia de pasividad en el tema migrante.

No se trata de no hacer, se trata de entender que es un paquete completo y que para que se fortalezcan y consoliden decisiones oportunas y eficaces como ante Afganistán es prioritario mirarse en el espejo, es una oportunidad y la posibilidad de no dejar de vernos.

RESQUICIOS

Ni idea en qué puede acabar el máscara contra cabellera entre el Presidente y Ricardo Anaya, se andan dando con todo, el lunes López Obrador le dedicó más de 40 minutos al tema y no lo dejó ni martes ni miércoles. La bronca parece de callejón, pero es claro que se andan jugando la justicia y el futuro.

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