Más tardó Estados Unidos en salir de Afganistán que los grupos terroristas en atacar a la población civil. Con un atentado suicida contra la gente que se arremolinaba en el aeropuerto de Kabul para tratar de huir del recién reinstalado régimen Talibán, la filial afgana del Estado Islámico ha marcado el tono de lo que está por venir. Los temores han sido confirmados, por lo que, a pesar del miedo, la gente sigue intentando abordar un vuelo que los aleje del terror.
Mientras tanto, en la Casa Blanca, Joe Biden afronta su hora más oscura. Ante las críticas de sus opositores y el desconcierto de sus aliados por su súbita decisión de una retirada aparentemente sin planificación, en pocos días llegó la confirmación de que probablemente haya cometido un grave error de cálculo. Los grupos terroristas no sólo siguen teniendo presencia en Afganistán, sino que están activos y listos para atacar.
“No lo olvidaremos, no lo perdonaremos, los perseguiremos y haremos que paguen por esto”, éstas fueron las palabras de Biden al enterarse del atentado que dejó más de 90 personas muertas, 13 de ellas militares estadounidenses. Su rostro lo decía todo: duda, dolor, preocupación. Este grupo, aunque se denomina enemigo de los talibanes, representa el temor generalizado de que, al salir de territorio afgano las Fuerzas Armadas de EU y sus aliados, la región se desestabilice y vuelva a convertirse en cuna de campos de entrenamiento de extremistas religiosos. Las condiciones están dadas.
La respuesta de Biden no se hizo esperar y las bombas cayeron incluso antes de terminar la ocupación que marcaría “el final” de la guerra más larga en la historia de Estados Unidos. Los medios locales afirman que este ataque estadounidense acabó con la vida de civiles, mujeres y niños incluidos, cerrándose así nuevamente un ciclo de violencia que no puede sino incitar más violencia. Aun así, Biden se mantiene firme en su decisión de evacuar y terminar la ocupación para el 31 de agosto, fecha límite que ha marcado el gobierno Talibán.
La gran preocupación internacional se centra en que el vacío de poder que deja EU en territorio afgano sea el preludio para una lucha interna entre, al menos, los tres grupos que en el pasado tuvieron influencia en la región: los talibanes, al Qaeda y el Estado Islámico. Los tres comparten una misma interpretación del islam aunque los medios y las pretensiones son distintas. Sin embargo, la población moderada de Afganistán quedará atrapada en esta lucha de poder. Este atentado contra el propio pueblo es muestra de ello.
EU conoce a estos tres grupos y ha decidido pactar con el menos ambicioso. Prefirió apoyar a los que no tienen pretensiones internacionales. Ya veremos qué tan cara sale la apuesta.