Desastres y migración

JUSTA MEDIANÍA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

En días pasados hemos sido testigos de la gran cantidad de mujeres y hombres provenientes de Haití que, en la búsqueda de mejores condiciones de vida y bienestar, arriban al sur de nuestro país intentando migrar a Estados Unidos. Haití se encuentra en el mar Caribe, al este de Cuba, y cuenta con un territorio de 28 mil kilómetros cuadrados y una población aproximada de 11 millones de personas.

En los últimos días, las familias de Haití han sufrido los embates de los fenómenos naturales como nadie más. Un sismo de magnitud 7.2 le quitó la vida a más de dos mil personas y dejó sin hogar a más de 30 mil. Por si esto fuera poco, sólo días después, la tormenta tropical Grace azotó su territorio agravando la situación e imposibilitando las labores de rescate. El temor provocado por las posibles réplicas del sismo y los daños provocados en las viviendas obligaron a las familias a dormir en las calles. La capacidad de los hospitales se vio rebasada. Cerca de 15 mil viviendas colapsaron y otro tanto sufrió daños importantes. La serie de fenómenos naturales que han arrancado la esperanza y la vida a las familias haitianas luce interminable. Año con año el riesgo se incrementa.

El sismo y la tormenta son dos ingredientes más, que aunados a la pobreza y las afectaciones por Covid 19, han complicado enormemente la vida de las familias.

El cambio climático y los desastres son dos factores que han agudizado los movimientos migratorios en el mundo. Los desastres han obligado a millones a dejar su tierra. El desastre subraya las condiciones de pobreza, escasez, confrontación e inseguridad. Al ser América Latina una de las zonas más vulnerables del planeta frente al cambio climático, se prevé que los fenómenos meteorológicos que impactan la región se agudicen, agudizando a su vez los movimientos migratorios.

Se estima que más de 20 millones de personas al año en el mundo se ven obligadas a abandonar sus comunidades, a causa de los estragos provocados por los fenómenos naturales, que combinados con distintos factores ocasionan desastres.

Frente al dolor que nos generan las imágenes que circulan en medios y redes sociales, donde mujeres, hombres y niños caminan miles de kilómetros en la búsqueda de una vida mejor, expulsados de su tierra por una serie de factores sociales, económicos, políticos y en este caso, ambientales, nos vemos obligados a fortalecer los esfuerzos regionales para generar condiciones de vida distintas, a través de la gestión integral del riesgo y el combate al cambio climático.

El cambio climático ha incrementado la frecuencia e intensidad de los fenómenos hidrometeorológicos. Frente a todos aquellos que piensan que el cambio climático y sus efectos son una fantasía que ocurre muy lejos de nosotros, basta poner un poco de atención en la situación por la que atraviesan países como Haití.

Además de provocar inversión que genere empleos y desarrollo, debemos fortalecer las acciones y políticas que disminuyan el impacto ambiental y que a su vez, preserven los activos ambientales con los que contamos, buscando que las familias no se vean obligadas a dejar la tierra que les vio nacer.

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