En los gobiernos de corte democrático el informe presidencial tenía una estructura mucho más armónica para los ciudadanos. Por ejemplo, los anexos estadísticos estaban difundidos en internet en formato electrónico manipulable, con lo cual opositores, sociedad civil, academia, podían comparar rápidamente los resultados de gobierno y con ello cuestionarlos.
La forma de presentación actual implica un cambio profundo en su calidad y afecta las capacidades del ciudadano en el acceso a la información, pareciera que le han agregado niebla con cierto propósito. Hoy el informe presidencial se muestra en un documento digital pesado y poco manipulable; para poder realizar búsquedas, el usuario debe contar con un equipo de capacidades medias o altas, así como un buen internet; una computadora sencilla tardaría el doble de tiempo para buscar un dato. Por poner un ejemplo, el documento principal del sexto informe de Peña Nieto pesaba 42 megabytes, mientras el de López Obrador pesa 146 megabytes, más del triple. Esto podría parecer trivial, pero no lo es, en un país donde el 30 por ciento de su población tiene una computadora en casa, y la mayoría no son de gama alta.
Otro tema que pauperiza la calidad de la información presentada, es que los links hacia los sitios de presidencias anteriores están rotos, con lo que los ciudadanos no pueden acceder a información relevante de manera breve y rápida para poder comparar.
Hay una amplia gama de información que se presenta como “No Disponible”, es difícil medir resultados con información incompleta. Pero también hay información imprecisa, por decir lo menos. El botón de muestra está en el Índice de Estado de Derecho; de acuerdo a las estadísticas de gobierno el índice va mejorando, mientras que cuando se consulta la página de World Justice Project claramente existe un deterioro en los últimos años, incluso con un descenso de tres posiciones en el último periodo.
Entre las cosas que se pueden medir con claridad del Informe de Gobierno y gracias a otros organismos, como CONEVAL y el INEGI, es la vulnerabilidad social. A partir de este sexenio hay 56 millones de mexicanos que sufren la pobreza; la población joven es una de las más vulnerables, su condición de pobreza aumentó 4 por ciento en dos años, muy a pesar del programa insignia de Jóvenes Construyendo el Futuro, del cual han sido cuestionadas serias inconsistencias en su diseño, el manejo de los padrones y recursos, por CONEVAL, la Sociedad Civil, y también por investigaciones periodísticas.
Después de este informe se pueden realizar severos cuestionamientos en términos sociales, como ¿qué medidas se tomaron y se tomarán ante el retroceso en la tasa de participación económica de las mujeres que fue tan abrupto? o ¿cuál es el horizonte temporal esperado de impacto de los programas sociales estrella sobre el ingreso de los hogares y de dónde van a sacar dinero para sostenerlo?, porque hoy un hogar mexicano promedio depende más de la transferencia gubernamental y en contraste muchos estados productivos han elevado su nivel de pobreza. Se puede hablar de la disminución de la pobreza en Chihuahua, Guerrero, Veracruz, Michoacán, Tabasco, Chiapas, Oaxaca, Sinaloa, Zacatecas, Colima y Nayarit, pero si el modelo no es sostenible, entonces se está creando un espejismo. En suma, tenemos un informe, entre niebla y espejismos.