De la inversión

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Arturo Damm Arnal *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Las inversiones son actividades económicas que tienen como fin la multiplicación del ingreso del inversionista. Son producto del afán de lucro. Las hay de dos tipos: financieras y directas.

Las financieras consisten en prestar el dinero a cambio del pago de un interés que, en términos reales, ya descontada la inflación, dé como resultado, no sólo la multiplicación del dinero sino, más importante, del poder adquisitivo del dinero.

Las directas consisten en destinar el dinero a producir, ofrecer y vender bienes y servicios, a cambio del pago de un precio que permita, por lo menos, recuperar el costo de producción, incluida en él la ganancia normal y, de ser posible, generar una ganancia extraordinaria.

La ventaja de las inversiones directas sobre las financieras es que las primeras producen bienes y servicios, con los que satisfacemos nuestras necesidades, crean empleos, puesto que para producir alguien debe trabajar, generan ingresos, puesto que a quien trabaja se le paga por hacerlo, empleos e ingresos que determinan el bienestar de la gente, que debe depender, no de las dádivas que el gobierno otorgue (vivir gracias al trabajo de otros), sino del trabajo propio (vivir gracias al trabajo de uno), inversiones directas que conviene sean privadas, motivadas por el afán de lucro, no gubernamentales, motivadas por otros afanes, con lo cual se corre el peligro de que el dinero invertido no se multiplique (ganancias) sino que, por el contrario, se divida (pérdidas).

Según los datos del Inegi, durante el primer trimestre del año las inversiones directas del sector privado en instalaciones, maquinaria y equipo (inversión fija bruta), crecieron, comparando con el último trimestre de 2020, 6.0 por ciento. A lo largo del segundo trimestre, comparando con el primero, el crecimiento fue de solamente 0.2 por ciento, lo cual, por todo lo que depende de dichas inversiones (producción de satisfactores, creación de empleos, generación de ingresos, bienestar de las personas), resulta preocupante. ¿Recuperación? Lo dudo mucho.

Fue en el primer trimestre de 2018 cuando se alcanzó el máximo nivel de inversión fija bruta del sector privado, con 3,523,545.7 millones de pesos. En el segundo trimestre de 2020 fue de 2,757,964.3 millones, 21.7 por ciento menos. ¿Recuperación? Estamos lejos.

El nivel de la inversión fija bruta del sector privado durante el segundo trimestre de este año fue similar al del primer trimestre de 2014. De tal magnitud es el retroceso. De tal tamaño es el reto de la recuperación.

Por su parte, el nivel de la inversión fija bruta del gobierno durante el segundo trimestre del año fue similar al del primer trimestre de 2000. Sí, ¡de 2000! De tal tamaño es el desinterés del gobierno en la materia.

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Arturo Vieyra