¿Nueva Guerra Fría?

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Gabriel Morales Sod *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Esta semana Joe Biden dio su primer discurso al frente de la Asamblea General de las Naciones Unidas. El presidente estadounidense habló de la diplomacia como la principal herramienta para resolver conflictos internacionales y destacó la importancia de la cooperación entre las naciones para enfrentar retos globales, entre ellos la actual pandemia y el cambio climático.

Sin embargo, distintas alusiones implícitas en su discurso dejaron claro que, en paralelo, el foco de la agenda internacional de Estados Unidos será contrarrestar la expansión china no solamente en el ámbito tecnológico y comercial, sino también en el ámbito militar, particularmente en la región del sudeste asiático. El discurso de Biden vino después del sorpresivo anuncio de un acuerdo multimillonario entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia para proveer a este último país de 10 submarinos con capacidades nucleares.

La salida de Estados Unidos de Afganistán y la firma de este acuerdo muestran con claridad la nueva política estratégica de Washington: dejar el Medio Oriente para concentrarse en fortalecer a sus aliados en Asia. Por varios años, Australia trató de tener una relación balanceada con China y Estados Unidos; sin embargo, la represión china en Hong Kong encendió una señal de alarma en la región. Taiwán, que China reclama como su territorio, e India decidieron expandir aún más su presupuesto militar; y Japón, por primera vez, desde la Segunda Guerra Mundial, está pensando seriamente en aumentar el límite, autoimpuesto, a su presupuesto militar (el uno por ciento del PIB).

No obstante, fue Australia quien tomó el primer paso significativo. La noticia del acuerdo creó olas en el área y es posible que haya marcado el inicio de una carrera militar en la región. Sin embargo, a diferencia de la Guerra Fría, esta nueva rivalidad entre Washington, junto con sus aliados en la región (Corea del Sur, Japón, Taiwán, Australia y, en menor medida, India), y China surge en un contexto distinto. A pesar de que China representa una amenaza para estos países (en el caso de Taiwán incluso una amenaza existencial), los lazos económicos y tecnológicos entre éstos y la potencia asiática han creado una relación de interdependencia. De la misma manera, Washington y Pekín compiten por el liderazgo económico y tecnológico en el globo, al mismo tiempo que sus economías continúan entrelazándose. El nuevo consenso en Estados Unidos es que la intervención militar, y aún más la ocupación territorial, es sólo el último recurso para resolver conflictos internacionales. Sin embargo, la política de disuasión militar y la venta de armamento seguirán acompañando la diplomacia de Washington en la nueva administración.

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