Los quieren en la cárcel

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

La forma en que el gobierno ha tratado a los científicos y en general a los académicos ha sido ruda.

No es que se debiera colocar entre algodones, lo que sucede es que en lugar de buscar mecanismos de interrelación ha pasado a verse como si fueran parte de la oposición.

El mundo de la ciencia es un mundo de libertades y es el espacio que le permite a la sociedad hacer diferencias y transformaciones en la vida de los ciudadanos. Por más obvio que sea recordemos que todo lo que nos rodea es producto de la ciencia, es el trabajo de hombres y mujeres que dedican sus vidas a pensar, estudiar e investigar para transformar.

Los científicos no trabajan bajo consigna. A través de su formación desarrollan su profesión, sus investigaciones y agenda. Observan para experimentar, arman teorías para ponerlas en la mesa buscando no perder de vista la curiosidad como un concepto científico no como una ocurrencia.

Lo que ha pasado estos dos años y medio es que tratando de pensar y rediseñar aspectos que tienen que ver con las y los científicos, todo ha terminado en ataques con base en afirmaciones delicadas y ligeras.

No queda claro por qué hablan de “ciencia neoliberal”, porque los científicos e investigadores trabajan con metodologías e instrumentos que tienen en los fundamentos de la ciencia su valor y trascendencia. Para que tenga valor lo que hacen es obligatorio que a través de la formación del conocimiento estén los elementos que dan validez a los procesos.

Para que quienes se dedican a la ciencia logren trascender con su trabajo tienen que basarse en estos procesos porque, de lo contrario, los resultados de sus investigaciones pierden valor y sobre todo no trascienden porque carecen de fundamento y valor científico.

Nuestro país tiene un muy destacado mundo científico. Es reconocido a nivel mundial, a pesar de que mucho tenga que ver el valor, convicción y vocación de las y los científicos quienes no necesariamente cuentan con un consistente apoyo oficial.

El sector privado hace poco o nada. Todo lo deja en manos del gobierno lo cual lleva a que la ciencia en México muchas veces vaya como en cámara lenta. Si a esto agregamos que se presentan condiciones como las que ha establecido este gobierno, las y los científicos acaban haciendo su trabajo como pueden o buscando ampararse antes de que los metan a la cárcel.

Llama la atención que respecto a las acusaciones de la FGR en contra de 31 científicos tanto el Presidente, que dice que no hay cosa que no sepa, y la directora del Conacyt aseguren que no saben de qué se trata. El tabasqueño argumenta que no hay que preocuparse si no tienen cola que les pisen y la segunda aseguró muy a su manera que “no sé de qué me hablas”.

Cuesta trabajo creer lo dicho por la titular del Conacyt siendo que esta institución realizó una denuncia ante el MP contra el Foro Consultivo Científico y Tecnológico y que la FGR está pidiendo 40 años de cárcel y que los metan a Almoloya.

Este lance se suma a las peticiones de morenistas que están buscando que la UNAM y el IPN sean investigados, a lo que se suma que en el caso de la segunda institución una trasnochada propuesta de un grupo de diputados de Hidalgo pida que el Poli sea autónomo.

El lío cada vez es mayor, porque está entrando en procesos irreconciliables y porque da la impresión de que el gobierno va con todo, a pesar de que en dos ocasiones se ha negado la orden de aprehensión en contra de los 31 científicos.

Muy a la manera de lo que en algunos casos se ha hecho en este sexenio no hay duda que lo que quieren es bronca, la cual en esta ocasión resulta inaudita, amenazante y de muchas interpretaciones.

RESQUICIOS

El diplomático Enrique Berruga nos plantea que pudiera ser que una de las razones por las que el embajador de EU estaba en la parte superior en el acto del 16 de septiembre, se deba a que se coloca a los embajadores decanos en lugares preferentes.

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