El agravio y las redes

BAJO SOSPECHA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Para mi adorada tía Lauretta,

quien falleció el fin de semana.

Te voy a extrañar con el alma.

La semana pasada el Presidente Andrés Manuel López Obrador mostró en la mañanera un tuit en el cual una persona identificada como Aldo Aldrete y de quien dijo que presuntamente era uno de los 31 científicos perseguidos por la Fiscalía General de la República (FGR), lo insultaba a él y a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller.

AMLO reprueba agresión en mañanera

El presidente López Obrador en conferencia de prensa en Palacio Nacional, el viernes. ı Foto: Cuartoscuro

Agregó el Presidente que ese tuit “ofende a Beatriz y me ofende a mí, ¿qué tenemos que ver nosotros? Es producto de todo un proceso de deformaciones que se fueron creando durante el periodo neoliberal, cuando hablo de que fue peor esto que el porfiriato, puedo probarlo”, sostuvo.

Insultar a alguien en las redes se ha vuelto un recurso tan barato como generalizado. Este fin de semana recomendé el gran documental que comenzó a trasmitir ADN40 sobre la vida de Mario Vargas Llosa, producido por el Centro Ricardo Salinas Pliego, y entre las múltiples respuestas no faltaban aquellas que insultaban de todas las formas posibles al notable escritor y premio Nobel peruano. La razón es sencilla: Vargas Llosa no está de acuerdo con López Obrador, como antes no estuvo de acuerdo con el PRI. En algún momento tuvo que dejar una conferencia en México porque se refirió a los gobiernos priístas como una dictadura perfecta, lo que aplaudió la entonces oposición; ahora criticó fuertemente a López Obrador y en redes se fueron muy duro en su contra, incluyendo un tuit de la primera dama.

Vargas Llosa, como todo personaje público y más siendo un escritor con una obra amplia, larga, notable, es alguien controvertido, que opina continuamente de temas políticos nacionales y globales, y que como se atrevió a competir en un proceso presidencial en su país, que perdió por muy poco, esa controversia va mucho más allá. Lo que resulta lamentable es que se descalifica su obra con base en sus opiniones políticas y sobre todo que el debate de una u otra se reemplace por simples insultos.

La red se ha convertido en un instrumento casi escatológico, donde cada vez menos se sostienen debates, contrapuntos de ideas y visiones del mundo. Hay un proverbio chino que dice “que un pez sólo puede ver el agua cuando sale de ella y cambia de estanque”. En nuestra época nadie quiere ver el agua cambiando de estanque, nadie, o casi nadie, prefiere ver la realidad con los ojos del otro, apreciar sus argumentos, deslindar las convicciones propias de los datos u opiniones ajenas.

Los insultos en la red a Beatriz son inadmisibles, como lo fueron en algún momento los proferidos contra su hijo, pero la condena firme y contundente a esos insultos y difamaciones deben ir de la mano con una condena firme y contundente a todos los demás insultos, a los que realizan propios y ajenos. Perdón, pero esto no es producto de deformaciones creadas durante el periodo neoliberal: es producto de una época, producto de una lógica política de descalificaciones en la que en muchas ocasiones participan sus oposiciones, pero también el gobierno.

El propio caso del tuit señalado es claro al respecto: primero, no tenía sentido difundirlo, como ése hay miles; segundo, no es verdad que el tal Aldo Aldrete fuera, como se dijo, uno de los científicos del Conacyt que están siendo investigados por la FGR; tercero, esto no tiene nada que ver con populismo o neoliberalismo: se trata de agresiones sociales en una época en que éstas y las mentiras políticas resultan generalizadas.

¿Por qué se divulga el insulto de un extraño a la pareja presidencial? No lo sé, pero sí sé que el agresor no es científico del Conacyt, y que la señora Beatriz no merece, como ninguna otra mujer, ser injuriada de esa forma, y tampoco es justo con ella difundir el agravio.

Se podrá decir que esos insultos agravian a cualquiera, hombre o mujer, que no es una cuestión de género. Es una verdad a medias. En el caso de las mujeres los insultos suelen ser cada vez más personales, más hirientes, más sexualizados. En una época donde crecen y se multiplican los feminicidios, la violencia intrafamiliar, las violaciones, la agresión pública contra las mujeres en las redes sociales, debe ser motivo de honda preocupación.

Beatriz, como todas nosotras que trabajamos y actuamos en el ámbito público, es una mujer con la que se puede o no estar de acuerdo. En su caso es, además, la esposa del Presidente. El insulto no la rebaja, al que rebaja es a quien lo profiere. Acabemos con los insultos en las redes sean contra Beatriz o contra Margarita, contra las mujeres que están en política, en el periodismo o en la ciencia, y ejercen su derecho a opinar y debatir, acabemos con la agresión contra todas las mujeres y niñas, pero no nos equivoquemos: si la condena no es generalizada, si es partidaria y selectiva, termina siendo también parte del agravio.

LAURETTA. Hablando de mujeres, este fin de semana falleció mi adorada tía Lauretta, fue una segunda madre para mí y ella me eligió de hija. Una mujer fuerte y buena. Su vida profesional fue muy exitosa, recorrió el mundo con su trabajo diplomático y fue una pieza clave para la embajada de Italia en México durante muchos años, creo el curso “El italiano a través de sus canciones”, con ella decenas de personas aprendieron el idioma, hizo su fábrica de pastas.  Una mujer muy avanzada para su época, nunca dejó de innovar y crear.

Pero, sobre todo, quiero destacar su calidad humana, siempre haciendo el bien por los demás. El primer mensaje o llamada que recibía en el día y desde que era niña era el de mi tía Lauretta. Me guió para aprender las cosas prácticas de la vida, el trabajo y la disciplina. Pero también me enseñó que el amor incondicional existe y siempre fue y será correspondida.

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