Las elecciones de este fin de semana en Alemania ponen fin al dominio de la Unión Demócrata Cristiana y abren la puerta a que el Partido Socialdemócrata de Alemania encabece el gobierno después de 16 años de mandato de Angela Merkel. A pesar de ello, vale la pena detenerse brevemente en algunas reflexiones sobre el sistema electoral alemán y en las características del mandato de la canciller Merkel, pues ahí se dibujan múltiples ideas de lo que puede y debe ser un sistema político democrático, además de las innegables lecciones que el liderazgo de Merkel ha puesto sobre la mesa.
El primer elemento a considerar es la importancia que el sistema electoral coloca en la pluralidad y en tratar de representarla con la mayor fidelidad posible en la distribución de poder. Para lograrlo, el sistema alemán tiene dos principios con los que se integra el Bundestag, la cámara baja: por un lado, en 299 distritos electorales se utiliza el principio de mayoría relativa, en el que el partido que obtiene más votos gana el asiento legislativo correspondiente; por el otro, hay otros 299 asientos que se reparten bajo el principio de representación proporcional, es decir, dependiendo del porcentaje de votos que cada partido político obtiene, se entrega una proporción equivalente de asientos legislativos.
En principio, esto es muy parecido al sistema electoral mexicano, aunque es necesario destacar dos elementos: uno, los electores alemanes sí pueden separar su voto y elegir al candidato de un partido para su distrito y votar por la lista de plurinominales de otro partido. Dos, dado que el sistema de mayoría puede generar distorsiones debido a que un solo partido gana en cada distrito y los perdedores no obtienen ningún asiento, la cantidad de legisladores plurinominales no es fija, sino que, después de la repartición inicial, en caso de que el partido ganador tuviese un porcentaje de asientos superior al porcentaje de votos que obtuvo, se entregan curules adicionales al resto de los partidos para equilibrar la situación. Así, el Bundestag en principio tiene 598 asientos, pero pueden ser muchos más. Esta configuración privilegia la pluralidad y, de manera indirecta, alienta a la conformación de coaliciones de gobierno en las que tienen que participar múltiples partidos, pues es muy difícil la creación de mayorías artificiales.
El segundo elemento a destacar consiste en los atributos del estilo personal de gobierno de Merkel. Si una palabra definió sus múltiples mandatos, ésa fue “crisis”. Lo mismo tuvo que hacer frente a los estragos de la crisis económica de 2008, que llevó al límite a la Unión Europea; como fue necesario vivir y tomar la batuta ante una crisis de refugiados y migrantes; hasta tener que lidiar con la crisis del coronavirus. A pesar de ello, Merkel logró salir de todas las crisis como una líder capaz y reconocida, consolidándose como una figura que, más allá del deseo de poder, tenía un deseo de encontrar y negociar las mejores soluciones o, en el caso de las más controvertidas, apostar por hacer lo correcto, como cuando arriesgó todo su capital político para abrir las puertas de Alemania a millones de refugiados. Mucho es lo que podemos aprender del caso alemán.