Seguridad y bienestar son dos temas que resonaron mucho en la toma de protesta de los siete alcaldes oficialistas el pasado 1 de octubre en la Ciudad de México.
No son dos temas al azar, no.
Si usted lo piensa bien, será a éstas y estos alcaldes a quienes les tocará operar las demarcaciones políticas de aquí a las elecciones presidenciales de 2024 y la tarea no será nada sencilla.
Menos cuando en los pasados comicios, Morena se quedó con siete alcaldías frente a 11 que le logró arrebatar la oposición. Con este mapa político y una vez lanzados los dados, los recursos deberán colocarse y ejecutarse con más cuidado en programas clave que den a los capitalinos, efectivamente, seguridad y bienestar.
Por ejemplo, uno de esos programas será el de “Senderos Seguros” impulsado inicialmente por la alcaldesa de Iztapalapa, quien logró la reelección y que luego adoptó el Gobierno capitalino. Los alcaldes morenos buscarán replicarlo en sus territorios.
La Ciudad de México y el trabajo que se refleje en ella será el principal trampolín político para la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum y sus aspiraciones al 2024.
Del lado del bloque opositor tampoco será tan sencillo, desde la Secretaría de Gobierno de la capital los dardos irán en dos sentidos: confrontación o negociación. Aunque, de entrada, en sus discursos de toma de protesta destacaron el “saqueo” que dejaron sus antecesores.
Las divisiones, al menos en lo que se refiere al estilo de gobernar ya comenzaron a marcar distancia. Sólo hace falta ver el caso de la alcaldesa en
Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, quien asumió el cargo muy al estilo hollywoodense. Como si fueran a recibir a diplomáticos o jefes de Estado en Palacio Nacional, con alfombra roja y todo.
Por su parte, Giovani Gutiérrez, de Coyoacán, aseguró que no sumará a “la polarización que vive el país” y apostará por el “diálogo”. Es decir, en caso de confrontación con el Gobierno capitalino, si saben contar no cuenten conmigo jaja.
Otros, principalmente los panistas, centraron sus reclamos en el saqueo de las alcaldías que van a encabezar. Al parecer, el argumento no les va a durar mucho tiempo, no lo será si lo que quieren es marcar una diferencia respecto a quienes culpan a sus antecesores de la falta de un buen gobierno.
En el baúl. Este fin de semana en Puebla, un grupo de damnificados increpó al Presidente Andrés Manuel López Obrador por la falta de apoyos. Es la segunda ocasión en que un grupo de inconformes encara al mandatario, la primera vez fue en Chiapas tras el relevo en la Secretaría de Gobernación. A eso se refería la extitular de esa cartera, Olga Sánchez Cordero, cuando dijo que en los tres primeros años del sexenio hubo gobernabilidad en México. ¿Me van a dejar hablar? ¿Me van a respetar? decía desesperado el Presidente. Uff, qué tiempos estamos viviendo.