Del carbón mineral al paraíso fiscal

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bernardo Bolaños *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Un empresario coahuilense se hace millonario explotando el carbón mineral, ese combustible fósil que se usaba indiscriminadamente en el siglo XIX y que ya provocaba desde entonces grandes calamidades. Asociado a la explotación de mineros y obreros fabriles, así como a la contaminación del aire, esa sucia forma de acumulación capitalista es la que inspiró la lucha de Karl Marx.

Aunque el autor de El Capital prácticamente no conoció el boom de las bolsas de valores, ni siquiera del telégrafo, su hijo Edgar murió entre las miasmas y el hollín de la primera revolución industrial.

Hoy, en México, el llamado Rey del carbón, Armando Guadiana, contribuye a calentar al planeta en un momento ya crítico para la humanidad. Y, por si fuera poco, periodistas de investigación le encontraron depósitos en un paraíso fiscal, de ésos que normalmente sirven para evadir impuestos. El colmo es que Guadiana es senador por el partido de “izquierda” que nos gobierna. ¿Qué diría Marx de esta farsa?

Los mineros del carbón que podrían reconvertirse, con la ayuda del Estado mexicano, en trabajadores de plantas eólicas y fotovoltaicas, aumentando sus ingresos, seguridad y salud, se mantienen sin embargo en el siglo XIX, como vinculados por una misteriosa tienda de raya o encomienda. Explotados y engañados.

Pero, para el Gobierno federal, los traidores a la Patria no son los explotadores, contaminadores y defraudadores que esconden su dinero en islas del Caribe... son supuestamente los ecologistas, los jóvenes y los científicos que quieren energías limpias, que desean desactivar la bomba de tiempo que les estallará en unos años.

La nueva iniciativa constitucional de reforma eléctrica planea convertir a la CFE en un hipertrofiado órgano del Estado que también regule el despacho de electricidad del sistema eléctrico nacional. Juez y parte. Obviamente, la CFE favorecerá la generación de electricidad propia, que es con carbón y otros combustibles fósiles. 99% de la energía eólica y solar que genera México viene de la inversión privada. Nos guste o no, es la innovación tecnológica y la apuesta de los empresarios las que han logrado que 19 millones de toneladas menos de CO2 lleguen a la atmósfera desde nuestro territorio.

La desconfianza hacia las grandes empresas, los “machuchones”, como les dice AMLO, no puede hacernos olvidar que el planeta sufre sequías seguidas por trombas devastadoras; se extinguen especies y abandonan sus hogares caravanas de migrantes climáticos.

No podemos pelear la batalla equivocada. Y, sin embargo, la 4T lo hace. Se lanza en primer lugar contra los grandes generadores privados de electricidad, quienes mitigan enormes cantidades de CO2. Si al Presidente le preocupa que ganen dinero, ¿por qué no mejor cortarle el negocio al senador Guadiana y, de paso, salvar a las generaciones futuras?

Dice el dicho que “primero está comer que ser cristiano”. Pero, en este caso, primero está contribuir a salvar a la humanidad, cumpliendo la parte que nos toca de los Acuerdos de París, que jugar al Ecoloco anticapitalista.

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