Aunque la academia y opinión pública hablan mucho sobre el autoritarismo de derecha (Trump, Orbán, Bolsonaro) no sucede lo mismo con su réplica izquierdista. Respondiendo a ese pendiente, un equipo de psicólogos realizó un estudio riguroso sobre las actitudes antidemocráticas del electorado estadounidense. A partir de una encuesta aplicada a más de 7,000 ciudadanos, el equipo mostró que tales actitudes existen en todo el espectro ideológico1. De realizarse algo similar en otros países —incluido el nuestro— el resultado sería, con seguridad, bastante parecido.
Los investigadores encontraron rasgos comunes entre los autoritarios de izquierda y derecha. Les asemeja la preferencia por la uniformidad social, unida al prejuicio y el castigo hacia los otros. También la voluntad de ejercer la autoridad grupal para coactar el comportamiento individual, acompañada por la rigidez cognitiva, y unida a una preocupación excesiva por la jerarquía y el absolutismo moral. La mentalidad autoritaria, concluyen los autores, genera en los extremistas de izquierda y derecha similar pulsión para disciplinar a sus simpatizantes, censurar agresivamente a sus críticos y oponentes, así como privilegiar el liderazgo absolutista y vertical.
El estudio revela, no obstante, ciertas diferencias entre los autoritarios de izquierda y derecha. Los primeros son más receptivos a la ciencia que los segundos, más comúnmente cercanos a la religión. También los autoritarios de izquierda suelen acoger nuevas experiencias: son revolucionarios, en vez de conservadores. La investigación sugiere lo deseable de no privilegiar el juicio sobre la ideología política por sobre las actitudes y valores antidemocráticos de los sujetos. Psicológicamente hablando, dicen los expertos, el autoritarismo prima siempre sobre la ideología.
Además de la foto del presente, el estudio abre un debate sobre cómo en la academia se ha menospreciado tanto —y por tanto tiempo— al autoritarismo de izquierda. Una respuesta a esta situación se halla en la naturaleza misma de un mundo intelectual y universitario donde las actitudes predominantes están más a la izquierda que en el conjunto de la sociedad. Y no se trata sólo de los radicales zurdos. También el mundo progresista democrático, que apoya temas tradicionalmente asociados a la izquierda —como la redistribución del ingreso o la lucha contra la discriminación— tiene problemas para reconocer y rechazar el autoritarismo de su familia ideológica. Con lo cual invisibilizan las ideas y actitudes de sus parientes caníbales.
Las universidades, siendo por su origen espacios productores de conocimiento, debate y crítica social, se han inclinado durante mucho tiempo hacia un polo ideológico. Tendencia que se amplifica, al menos en Occidente, durante los últimos tiempos. Semejante sesgo impacta en la construcción y búsqueda del saber y en la autoconciencia plural de la sociedad que cobija a esas universidades.
En tanto la cultura política de los investigadores influye en las preguntas que éstos se hacen y en la selección de las teorías que usan para comprender el mundo, la orientación ideológica dominante —de izquierdas— ha limitado el alcance de la investigación académica sobre el autoritarismo. Al menos sobre esa variante radical que, envuelta en bellas promesas redentoras, produce en la tierra tanta intolerancia y opresión como sus pares de la derecha reaccionaria.
1 Thomas H. Costello, Shauna M. Bowes, Sean T. Stevens, Irwin D. Waldman, Arber Tasimi, Scott O. Lilienfeld, Clarifying the Structure and Nature of Left-wing Authoritarianism, Journal of Personality and Social Psychology, American Psychological Association, 2021.