Con base en cifras del Banco Mundial, el 80.9 por ciento de la producción de electricidad en nuestro país proviene del petróleo, gas y el carbón, el promedio mundial, alcanza el 65.2 por ciento.
Con base en la misma fuente, el 5.5 por ciento de la producción de electricidad en nuestro país proviene de fuentes renovables, excluyendo la hidroeléctrica. Los líderes mundiales en este rubro son: Dinamarca, Kenia y Nicaragua.
El caso nicaragüense resulta muy interesante; del 2007 para acá, han logrado prácticamente triplicar la producción de electricidad a partir de fuentes renovables, alcanzando así más del 70 por ciento del total de su producción. Lo logrado ha sido realmente significativo: la cobertura de la energía eléctrica alcanzaba en aquel año al 54 por ciento de la población, frente al 98 por ciento que se ha logrado al día de hoy.
En aquellos sitios donde resulta complicado llegar a través de una red de distribución, se han emprendido instalaciones de paneles solares aislados que permitan a las comunidades contar con energía eléctrica. El potencial nicaragüense es enorme: recursos geotérmicos (calor que existe en la tierra que se aprovecha para producir energía), solares y eólicos. Nicaragua logró en pocos años abandonar la dependencia de los combustibles fósiles para generar energía eléctrica. Con ello, alcanzó a más usuarios, con un menor costo y disminuyendo significativamente el impacto ambiental.
La oportunidad que México tiene de aprovechar los recursos renovables resulta también enorme. Los cambios tecnológicos han permitido el abaratamiento de diversas soluciones que permiten su aprovechamiento. Además de las grandes instalaciones para el aprovechamiento del viento y del sol que existen en nuestro país, resulta indispensable pensar en la suma de pequeñas soluciones que se traducen en enormes beneficios.
Ante el incremento de los precios de los combustibles fósiles y la urgencia de preservar nuestros activos naturales, son diversas las estrategias que podemos emprender para capitalizar beneficios económicos, ambientales y sociales.
El 79 por ciento de las viviendas de nuestro país utiliza gas para distintos servicios. Los precios de este combustible han registrado aumentos considerables que impactan enormemente la economía de las familias. Recordemos que del gas que consumimos en casa, poco más del 50 por ciento se utiliza para calentar agua. Los calentadores solares de agua permiten ahorros por arriba del 50 por ciento en el consumo del gas para este servicio, lo que se traduce en un retorno de la inversión cercano a 3 años, cuando el equipo alcanza una vida útil por arriba de los 10 años que garantizan muchos de los fabricantes. Desafortunadamente sólo una de cada veinte viviendas en nuestro país cuentan con un equipo de estas características. Además del ahorro familiar y el bienestar ambiental, una gran derrama económica y creación de empleos podrían lograrse producto de la fabricación e instalación masiva de este tipo de tecnologías en todas las viviendas de nuestro país mediante programas de apoyo a los consumidores para su adquisición. La oportunidad de México es realmente enorme y nuestro esfuerzo debe estar dirigido en ese sentido.