Cuando usted escucha la palabra “Acapulco”, ¿en qué piensa primero?… ¿En la Quebrada, la Costera, la playa Revolcadero; los hermosísimos atardeceres en Puerto Marqués, el ceviche acapulqueño, el parque Papagayo, el célebre Baby ‘O?…
¿O en el Cártel Independiente de Acapulco?, ¿el de Jalisco Nueva Generación o el de los Beltrán Leyva —que se disputan el control del narconegocio en el municipio—?; ¿en los laboratorios de metanfetaminas o en los 293 homicidios dolosos registrados en el primer semestre del 2021?
La palabra “Acapulco” a muchas también nos remite a las dos Alertas de Género establecidas ahí por la enorme violencia contra las mujeres, que registró la mayor cantidad de feminicidios en 2019 en el estado de Guerrero.
El bello puerto, que en 2017 fue considerado la ciudad más peligrosa del mundo, según el informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal de México, y en 2018 sólo bajó al 2do lugar con 110.5 asesinatos por cada 100 mil habitantes.
Ahora imagínense que, un día lo llaman a una oficina y le dicen que a partir de tal fecha, tendrá que mudarse con su familia al puerto de Acapulco —tan hermoso como peligroso resulte—, porque allá se irá la oficina donde trabaja…
El 3 de octubre pasado, fueron inauguradas las nuevas instalaciones de la Secretaría de Salud en Acapulco, como parte del plan presidencial de descentralizar al gobierno, mismo que se pospuso debido a la emergencia sanitaria por Covid-19.
La Secretaría de Turismo se trasladará a Quintana Roo, la de Bienestar a Oaxaca, la secretaría de Energía se mudó a Villahermosa y en este caso, la dependencia encargada de Salud tiene sus nuevas instalaciones en Acapulco, Guerrero, en un edificio donado por el gobierno del estado.
Mil créditos directos para el cambio de residencia, programas de vivienda, salud, educación, laboral y transporte para los trabajadores, sus parejas y familiares, eran las principales cartas de la oferta para ganar el “sí” de los empleados sobre su cambio de hogar. Pero al parecer para algunos no resultó tan atractivo.
En días pasados, el titular de la Secretaría de Salud, Jorge Alcocer, anunció que los empleados habían sido invitados a responder una encuesta sobre su intención de mudarse.
Sólo 20% de ellos aceptó cambiar su residencia al puerto de Acapulco, lo que significa que de 4 mil 600 empleados de la dependencia, sólo 944 considera irse. El 80% restante, se niega…
“Si de plano dices no estoy de acuerdo (en mudarme), ¡zas! se te cierra la página, y la realidad es que nadie se quiere ir, ni los jefes, pero a ellos sí los están obligando”, señaló una mujer identificada como Rosa al portal Animal Político.
La mudanza se daría de forma progresiva y voluntaria, se ha dicho. Quienes no quieran, pueden solicitar su retiro voluntario, aunque sólo aplica a aquellos que les falta un periodo corto para cumplir el tiempo requerido para este trámite.
Otra opción es cambiarse de adscripción, por ejemplo, a uno de los hospitales de alta especialidad que tiene la Secretaría y que no pueden mover su sede debido a la infraestructura que manejan.
Una tercera alternativa es mantenerse atentos por si se planea algún movimiento dentro de la Ciudad de México. Lo cierto es que una puerta más que se abre, es la de quedarse sin trabajo al no tener el deseo ni la posibilidad de mudarse.
“¿Por qué inauguramos esta nueva sede si no está completa? Me lo preguntaron algunos, ¿por qué no una semana más, un mes más?; ¿es más, el 1 o 2 de enero? Y no, aplazar no es nunca decidir, diría Martí, y aplazar no es resolver; aplazar no es curar”, dijo el secretario Alcocer, el día de la inauguración, faltando algunas ventanas, servicios de luz en algunas zonas e internet en otras, según se reportó. Pero hay prisa por cumplir el mandato.
Y es que la atención a la salud, no sólo radica en los pacientes, sino en aquellos que brindan el servicio. Médicos, enfermeras, y el personal administrativo, son hoy más que nunca necesarios y no deberían de estar sujetos a ningún tipo de riesgo.
Quién sabe si el Puerto de Acapulco, que en los últimos tres años estuvo a cargo de Adela Román y ahora gobernará Abelina López, ambas de Morena, esté en su mejor momento para albergar una dependencia de semejante relevancia y en tiempos de pandemia.
Quién sabe si las condiciones de seguridad y gobierno en el estado de Guerrero, y en el propio Puerto, den la certeza necesaria para su óptima operatividad, porque las circunstancias que estamos viviendo no dan margen para errores, y mucho menos para “secuestros” de ningún tipo.