Del hambre

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Arturo Damm Arnal *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David Beasley, aseguró que con el dos por ciento de la riqueza de Elon Musk, unos seis mil millones de dólares, podría acabarse con el hambre en el mundo. ¿Qué tenemos? La típica afirmación de un burócrata de altos vuelos, como lo es el señor Beasley, que seguramente sólo ve los efectos del problema sin considerar también las causas.

La pobreza puede considerarse, o desde el punto de vista de sus efectos, o desde la perspectiva de sus causas. Para superarla hay que tener clara la diferencia.

El efecto de la pobreza es la carencia de satisfactores (bienes y servicios), sobre todo básicos, destinados a la satisfacción de necesidades básicas que, de quedar insatisfechas, atentan contra la salud, la vida y la dignidad de la persona.

La causa de la pobreza es la incapacidad de los pobres para, gracias al trabajo propio, como corresponde a la dignidad de las personas, generar un ingreso suficiente que les permita comprar los bienes y servicios necesarios, comenzando por los básicos.

¿Cómo se elimina un efecto? Eliminando su causa. ¿Cómo se elimina la carencia de satisfactores (efecto de la pobreza)? Eliminando su causa (la incapacidad para generar ingreso suficiente). Hay que tener claro que la causa de la carencia de satisfactores, comenzando por los alimentos, no es que A no se los proporcione a B, lo cual haría a B dependiente de A, sino que B no es capaz de conseguirlos, lo cual lo hace dependiente de sí mismo, tal y como debe ser si aceptamos que debemos vivir gracias al trabajo propio, no al esfuerzo de los demás.

Dar de comer al hambriento, una de las siete obras de misericordia corporal (también existen las espirituales), alivia el efecto de la pobreza (hoy el hambriento tiene que comer), pero, si se queda en eso, en nada más dar de comer, no se elimina su causa (la incapacidad de los pobres para generar ingreso suficiente). Lo urgente es dar de comer al hambriento. Lo importante que el hambriento genere, producto de su trabajo, ingreso suficiente para comprar todos los alimentos que necesita.

En el caso del hambre primero lo urgente (aliviar el efecto), y luego lo importante (eliminar su causa), reconociendo que la causa de la carencia de alimentos (efecto), no es que A no se los proporcione a B, lo cual haría a B dependiente de A, sino que B no es capaz de conseguirlos (causa), lo cual lo hace dependiente de sí mismo.

Por último, tener claro que el hambre no se debe a la falta de producción y oferta de alimentos, sino a la falta de poder de compra de los hambrientos. Es el caso, por ejemplo, del pordiosero pidiendo limosna afuera de un supermercado. ¿Por qué tiene hambre? No porque no haya oferta de alimentos, sino porque no puede comprarlos. El problema es de demanda, no de oferta.

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