El Día del Presidente

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Guadalajara.- El Presidente estaba ávido desde hace tiempo de llenar el Zócalo, ayer lo logró con creces.

Fue su mejor manera de celebrar sus primeros tres años de gobierno. Sin duda hubo acarreados, pero no tiene sentido soslayar la gran cantidad de gente que asistió al Zócalo con plena convicción.

Ayer fue su momento y el de cerca de 100 mil personas quienes lo vitorearon y se entregaron de manera absoluta, contundente y definitiva. En algún sentido nos hizo recordar los tiempos que se conocían como el Día del Presidente.

Fue un acto en el que de nuevo apareció el culto a la personalidad del Presidente. No hay duda que el tabasqueño lo goza de manera evidente y además lo necesita en lo personal y en algún sentido le sirve para medir y saber cómo lo ven con todo y que el público de ayer vive entregado al Presidente; es hasta cierto punto su condición.

La popularidad del Presidente se ha mantenido en altos niveles, ha variado muy poco y de no ser que se acabe su estrecha relación con sus millones de seguidores, no vemos cómo pueda ser, así se mantendrá hasta el final de su mandato. Es la personificación de millones de personas.

Se ha venido dando un fenómeno que coloca al tabasqueño por encima de lo que lo rodea, de tal manera que las responsabilidades, errores y horrores difícilmente pasan por su persona.

Si algo no sale en sus planes de gobierno sus innumerables seguidores ven a su entorno como responsable. A esto se suma el hecho de que el pasado termina por ser el culpable de todos nuestros males y que cambiar las cosas requiere de tiempo y es una tarea realmente difícil. El Presidente ha hecho de su crítica al pasado un mecanismo del gobierno.

Han sido tres años vertiginosos. Todas y todos sabemos en carne propia que no habido materialmente días de descanso. El Presidente se ha encargado de ello, porque no deja pasar absolutamente nada, sea importante o no.

La tónica ha sido la confrontación. El mandatario sabe bien que sus seguidores van a estar con él hasta el final. El acto de ayer se lo confirma en muchos sentidos. No es que la capital sea el único centro político para el Presidente, lo que hay en el fondo es que la multitudinaria manifestación de ayer tiene que ver con un apoyo nacional, a lo que hay que agregar que de alguna manera el Presidente, con todo lo que conlleva, se hizo presente de manera importante y estratégica en la capital.

Las elecciones pasadas dejaron dividido el bastión más importante de Morena. A pesar de que conservó mayoría, es evidente que hay grietas que por ningún motivo son menores y si no se atiende lo sucedido, el futuro puede ser incierto e ir contra todos los pronósticos, entre alegres y realistas, sobre el 2024.

El Presidente no solamente está perfilando a Claudia Sheinbaum, también está buscando recuperar los espacios de la capital perdidos en las elecciones pasadas.

El acto de ayer termina por ser multiusos. El tabasqueño volvió a su ámbito natural, le mostró músculo a los capitalinos, placeó a las corcholatas, se dejó querer como le gusta, informó a su manera cuál es el estado de las cosas en el país y además llenó a tope el Zócalo.

Lo que queda cada vez más claro es que el Presidente en algunos ámbitos está viendo un país diferente del que somos. Por principio no hay manera de escatimar los apoyos que dio a conocer, el problema, como se ha mencionado, es de dónde va a salir el dinero. Su visión sobre la economía y el sector salud distan de la terca realidad. La estrategia que se ha seguido ante la pandemia ha sido profundamente desigual, el multitudinario acto de ayer lo ratifica.

El Presidente quería de nuevo estar en su ámbito natural. Le fue muy bien lo que no quiere decir que al país su conjunto le esté yendo bien.

RESQUICIOS

La siguiente parada del Presidente es la consulta sobre revocación de mandato. ¿Vale la pena gastar dinero ante un previsible resultado? Es cuestión de ver las encuestas de ayer para pensarlo.

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