A pesar de que Europa es una de las regiones con menos conflictos armados en la actualidad, en su frontera oriental con Rusia hay una guerra en curso desde hace casi 8 años, donde Ucrania ha tenido que lidiar con las ambiciones de Putin para controlar las naciones que anteriormente formaban parte de la Unión Soviética.
Ucrania es la nación más pobre de todo el continente europeo, lo cual no sólo se debe a su pasado soviético, sino a que, desde 2014, perdió una parte de su territorio después de un levantamiento armado entre fuerzas rebeldes de origen ruso (y reforzadas con equipamiento, elementos y recursos del ejército ruso). La península de Crimea quedó en manos de Putin, en una abierta violación al derecho internacional que todas las naciones acabaron reconociendo con su inacción. Además, dos regiones del este de Ucrania, llamadas Donestk y Luhansk, quedaron en manos de grupos separatistas que han continuado con la guerra civil hasta la actualidad.
Durante la invasión de 2014, las fuerzas apoyadas desde Moscú arrasaron con facilidad con las fuerzas ucranianas, pues de los 41 mil elementos de tierra que tenían a su disposición, únicamente 6 mil contaban con entrenamiento y el equipamiento necesario para su despliegue. Después del ataque ruso, las naciones europeas y Estados Unidos han realizado una fuerte inversión de recursos, transferencia de equipamiento y adiestramiento de los miles de ucranianos que se ofrecieron como voluntarios para crear una fuerza de defensa.
Igualmente, la comunidad ucraniana en el exterior (cuya dimensión es sumamente importante, pues mientras que en Ucrania viven 44 millones de personas, hay otros 20 millones viviendo en el extranjero) ha financiado importantes esfuerzos para equipar a los voluntarios. Por ejemplo, la organización “Come Back Alive” juntó más de 100 mil dólares de donativos que destinó a la compra de equipamiento para los nuevos soldados. Todos estos movimientos han modernizado y ampliado de manera muy importante a las fuerzas ucranianas, que hoy llegan a alrededor de 250 mil elementos.
Sin embargo, todo este apoyo no ha sido suficiente para disuadir a Putin de continuar con sus ambiciones, pues si bien Ucrania ahora tiene mejores defensas, al no pertenecer a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), no existe una garantía de que una invasión desataría en automático una respuesta militar de las potencias occidentales. Esto es lo que puede explicar las recientes revelaciones hechas por el periódico The Washington Post, que ha revelado diferentes fuentes de inteligencia, como imágenes satelitales, que indican una fuerte movilización de tropas rusas hacia la frontera con Ucrania. De acuerdo con los especialistas, se podría tratar de una fuerza de alrededor de 175 mil soldados, con su respectiva movilización de vehículos blindados, artillería y otros equipamientos bélicos. El gobierno del presidente Biden ha declarado la semana pasada que, en caso de que Putin decidiera lanzar a su ejército, tendría que pagar un alto precio y haría todo lo posible para que su avance fuera “muy, muy difícil”. Desafortunadamente, Putin sabe que ya cruzó una vez la línea, al adueñarse de Crimea, y se salió con la suya. El panorama para Ucrania no es alentador.