Creel regresó a Bucareli

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Quizá no fue el diálogo que el país requiere y le urge, pero la reunión entre el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y el diputado Santiago Creel quisiéramos pensar que podría ser algo esperanzador.

El panista, que hoy es vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, regresó a las que fueron sus oficinas.

De muchas maneras, Creel le pidió al Presidente la posibilidad de un encuentro, incluso lo invitó a una de sus clases a la UNAM. El panista bien sabía que una aceptación a ese ofrecimiento no se iba a dar y no dejaba de ser más que una ocurrencia, una provocación.

Conversando recientemente con el diputado nos decía que le parecía inaudito que no se hubiera establecido un diálogo con el Presidente, sobre todo en un escenario que, definió en la carta que envió a Palacio, el pueblo tras los procesos electorales federales pasados quedó dividido en dos mitades. Ninguno podemos ni contamos con la legitimidad política para hacer solos un cambio de régimen trascendente, nos dijo entonces.

Lo cierto es que el tabasqueño sólo se reúne con las y los morenistas, igual para festejar la aprobación del Presupuesto de Egresos, que seguramente para tirar línea sobre los temas que le interesan.

Es probable que el Presidente, bajo las prisas en que vive, lo que quiera sea pasar por el menor número de trámites posibles. El diálogo con los partidos de oposición significa tener que ponerse de acuerdo en asuntos, escuchar y eventualmente cambiar las cosas de la manera en que las ve. La prisa es entendible.

El Presidente lleva tres años en el poder y poco o nada le ha importado lo que dice la oposición, más bien se ha dedicado a señalarla, fustigarla y criticarla. Con el tema de la corrupción hemos visto cómo ve las cosas. No ha reparado en lo que son las investigaciones sobre el delicado círculo de presuntos actos de corrupción de su entorno inmediato. Lo que ha hecho más bien es señalarlos como hechos que tienen que ver con sus adversarios; no ha reparado ni tantito en todo ello.

El encuentro de ayer en Bucareli debiera ser el inicio de algo diferente, podría ser si el Presidente le da el visto bueno al secretario, porque los oficios del exgobernador de Tabasco son reconocidos; da la impresión de que éste no tiene empacho alguno en sentarse con quien sea. La cuestión está en que quien dirige el tránsito está en Palacio Nacional.

Los tiempos por venir urgen el diálogo. Que vaya más allá del que a veces se establece y muchas veces se impone en el Legislativo. Son muchos los temas que están en la mesa que requieren de debate, discusión e intercambio de opiniones.

La Reforma Electoral por venir y la Reforma Eléctrica requieren de opiniones de todas las fuerzas políticas, porque la afectación pasa por todo el país, lo que incluye las resonancias y secuelas en el exterior. El “voy derecho y no me quito” o el “no le cambien ni una coma”, al paso del tiempo puede poner en evidencia a la presente administración.

En tiempos de campaña, una y otra vez, el entonces candidato López Obrador habló de diálogo, de debate y discusión. Y nos hemos pasado tres años bajo el “voy derecho y no me quito”. La fortaleza del Presidente estará en el diálogo y el debate.

Bien dice el dicho: “Entre más poderoso, más generoso”. No falta mucho para que veamos el futuro del país y el futuro que escribirá la historia del Presidente.

RESQUICIOS

Sensatamente se decidió llevar a cabo el parlamento abierto sobre la Reforma Eléctrica a partir del 17 de enero. Si la decisión va aparejada con un espíritu de escuchar y hacer a un lado el “voy derecho y no me quito”, entraremos en terrenos luminosos; ojalá así sea, pero, como diría aquél, “es que lo dudo”.

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