Tan empieza a ser preocupante en la 4T, que el ejército de morenistas diseminados por todos los rincones del país no logre recabar el número suficiente de firmas para la encuesta de revocación —no ratificación— de mandato, que muchos recuerdan aquella advertencia del Presidente Andrés Manuel López Obrador, de que si no se logra alcanzarlo, “me voy sin ningún problema”.
Más aún, a pesar de que en el festejo por su tercer año de Gobierno, el miércoles pasado, decenas de miles de simpatizantes se congregaron en el Zócalo, dijo que “aunque no se llegue al 40 por ciento, si se tiene el 30 por ciento y la mayoría, 51 por ciento, dice cambio, y 49 por ciento dice, se queda, me voy porque no se puede gobernar un país como México, sin autoridad moral y política que otorga el pueblo”.
DE ESTO Y DE AQUELLO…
Tan de la mano van torpeza y necedad en el conflicto del CIDE, que de no atenderse, va a tener graves repercusiones si, como ya comenzaron, estudiantes de universidades y escuelas de estudio superior se solidarizan y cualquier día de éstos las calles y avenidas de esta capital se convierten en focos de protesta por la imposición del director de aquel, respaldada por la directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla.
Lo peor es que como está hoy la polarización en el país, ésa sea la chispa que genere problemas mayores y más graves, si quienes deben no intervienen y siguen dejando que el de ese Centro de investigación y Docencia Económicas cunda en otros planteles educativos, que pretenda ser contenida con amenazas o violencia y no a través de diálogos y entendimiento.
Era esperado que anticipar el proceso de sucesión presidencial, más pronto que tarde, colocaría a los aspirantes en blanco inmediato de críticas y golpeteo, como hoy ocurre en los casos de quienes fueron calificadas de “corcholatas” por el propio Presidente, quien anunció que en su momento él sería el “destapador”, con el riesgo de quedar achatadas por tantos golpes que a diario reciben.
Son los casos de Claudia Sheinbaum, la Jefa de Gobierno que es la favorita o, al menos, lo que el actual mandatario se empeña en demostrar y obliga a recordar aquel dicho salinista “no se hagan bolas” del antepasado priista; Marcelo Ebrard, titular de Relaciones Exteriores, con andanadas de dentro y de fuera, y Ricardo Monreal, líder de los senadores de Morena, al que los militantes de su partido vapulean por contravenir a López Obrador.
Habrá que ver quién de los tres resiste más y mejor las andanadas de aquí a que llegue el momento, o si cobran fuerza otros, u otras, integrantes del gabinete.