Es una alternativa simple. O la ciudadanía goza de un verdadero Estado de derecho, con leyes y procedimientos que garanticen acceso a la justicia a todas y todos, o carecemos de una comunidad democrática colocada cotidianamente en la probabilidad de reconocer lo correcto y denunciar lo inadecuado.
La inclusión de los grupos más vulnerables es constitutiva de esa ciudadanía plena: su acceso a las prerrogativas y oportunidades de los más privilegiados abona a una noción de igualdad, localizada esta última en la esencia de todo proyecto de izquierdas y no necesariamente excluida de proyectos conservadores inteligentes como los que se conocen en Europa, especialmente en Inglaterra o Alemania.
Abandonar valores absolutos —la clase social, la religión o la participación en la renta nacional como últimos definidores de las agendas colectivas y el debate— es posible únicamente en capitales como la CDMX donde educación, desarrollo democrático y el empuje reciente a la agenda social son significativamente superiores al escenario de otras entidades, y donde existen datos y evidencia subjetiva en el progreso de la agenda más convencional, donde la seguridad está al centro de las preocupaciones.
El politólogo Roland Inglehart (1934-2021) señaló como valores de carácter post industrial, presentes en las urbes más desarrolladas, aquellos que parecen ser más claramente percibidos por las generaciones posteriores a los años 80. La forma de comprender y vivir las urbes supone principios como erradicación de la violencia de género, posicionamientos actuales en materia de sustentabilidad, de movilidad, de identidad sexual, innovaciones en seguridad y asertividad en materia de reactivación económica y tecnológica.
En los últimos tres años, la Ciudad de México ha colocado entre sus prioridades la equidad y la erradicación de la violencia, que hace víctimas mayoritariamente a los hombres, pero desproporcionadamente a las mujeres. El tránsito a una urbe post industrial con narrativas unitarias verificables se abre espacio entre la polarización retórica convencional y adquiere ritmo en la capital nacional. Para reconocer y profundizar.
En su primer trienio como Jefa de Gobierno de la capital nacional, Claudia Sheinbaum ha impulsado una agenda amplia en favor de la igualdad en general y en particular de las mujeres. Desde los pantalones en las escuelas de educación básica hasta la interacción moderna con las colectivas.
El Código Penal y la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia reconocen la violencia digital como un delito. La capital nacional se halla al nivel de ciudades como Nueva York, Londres o Madrid, que cuentan con una legislación contra el delito de Revenge Porn.
Una comunidad de vanguardia, enfocada en la igualdad sustantiva y en la construcción de entornos libres de violencia, debe existir en cada entidad. Eso requiere liderazgo, pero sobre todo comprensión feminista y ciudadana del poder.