Bien se sabe que la Real Academia Española (RAE), no es una institución que valida las palabras que las personas usamos, es más, nunca ha creado ninguna palabra, éstas son expresión de las personas hablantes que posteriormente son definidas por la RAE e incorporadas en el diccionario, ya que tiene como mandato velar porque los cambios que experimente la lengua española, en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes, no quiebre en la esencia la unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico —así lo define en el capítulo primero de su estatuto—.
Esta aclaración vale mucho la pena, porque hay quienes creen que la Real Academia “crea” las palabras o que las “aprueba” y esto no es así, ella sólo vela, pero no válida.
El tema de diversidad sexual y de género ha padecido diferentes formas de discriminación, y una de ellas es precisamente la negación de su derecho a existir y se usa, entre otros argumentos, lo que dice la RAE.
La RAE se vuelve, con intención o sin ella, un espacio que genera grandes discusiones al cuestionar términos o definiciones, y esto ha ocasionado que personas los tomen como argumentos para discriminar y excluir.
Hace apenas unos días, la palabra con la que se define la transexualidad fue incorporada al diccionario, parecería una mera integración a un diccionario, pero partiendo de lo anterior, se convierte en un reconocimiento que deja sin parte de sus argumentos a las personas transfóbicas, con la siguiente definición: Transexual: dicho de una persona que se siente del sexo contrario, y adopta sus atuendos y comportamientos.
El término “dicho de una persona” tiene el gran valor de que sólo la persona puede autodefinirse, y se acepta que no sólo existe lo femenino y lo masculino. Junto con este paquete, también se incorporaron palabras como “cisgénero”, “pansexual” y “poliamor”.
Ahora las personas trans no solamente cuentan con una legislación en México que les reconoce y que les da todas las facilidades necesarias para la modificación de su acta de nacimiento, sino que hay una definición de su personalidad.
Otra buena es que se incluyó el pronombre “elle” no en el diccionario, pero sí en el observatorio de palabras, que es una plataforma que retoma nuevos términos que utilizan las personas hablantes del español. Ojalá pronto lo incluya también la RAE, lo que abriría a la inclusión del lenguaje.
Así que para quienes creen a ojos cerrados a la RAE, tomen ésta y váyanse arrancando sus prejuicios y mensajes de odio, que la transexualidad ya está en la Real Academia de la Lengua Española y muy pronto el “elle”, porque en el mundo cabemos todas, todos y todes.