Entre 2018 y 2021, la coalición gobernante perdió 3.5 millones de votos para la cámara de diputados. Estos números con 1.5 millones de hogares que perdieron su nivel socioeconómico con alrededor de 4 millones de mexicanos mayores de 18 años. A su vez se corroboran con las encuestas de salida que reflejaron la perdida de la confianza de los electores de Nivel Socioeconómico medio hacia el proyecto morenista.
Hasta el año pasado, la alianza oficialista tenía el respaldo de 20 millones de votantes, lo que, en una contienda presidencial, representaría entre de 33 y 37% de los votos, si todo permaneciera constante. Las últimas encuestas revelan que ningún aspirante morenista, supera estos números.
Después de las elecciones han existido dos proyectos electorales del presidente, la consulta popular que movilizó a 6.5 millones de electores duros del obradorismo; y, la revocación de mandato que consiguió 1 millón de firmas por medio de la aplicación móvil, lo que revela que el gobierno no pudo movilizar a los ciudadanos de las metrópolis y que la estructura que intentaron construir los primeros tres años, no consiguió la tracción esperada.
Los datos de evaluación presidencial exponen que la mayor parte de los ciudadanos que aprueban las acciones del gobierno, lo hacen condicionadamente, sustentando estas en dos elementos fundamentales, los programas sociales y las intenciones del presidente, estas últimas, derivadas de la constante exposición en las conferencias mañaneras.
En México las evaluaciones a presidentes llevan varios sexenios existiendo; los datos duros muestran que la aprobación en la presidencia de López Obrador no está fuera de los rangos de otros mandatarios, y la tendencia en todos los casos es que el cuarto y quinto año de gobierno son difíciles en todas las administraciones. Son los momentos en que la reflexión ciudadana se hace presente y comienza una etapa de comparación entre compromisos y resultados, este último punto, no es el mejor evaluado para este gobierno.
En esta coyuntura el presidente abrió un frente con la disputa de “las corcholatas”. En un inicio los destapes funcionaron para despresurizar la crisis de la línea 12 del metro, donde Ebrard y Sheinbaum resultaron señalados; sin embargo, se abrió la contienda y ahora cada acción de los aspirantes se ha convertido en un acto de campaña o en una toma de posición política.
La disputa en Morena rumbo a 2024 hoy enfrenta a las principales fracciones del partido. El panorama interno se descompone con una escalada del conflicto entre el monrealismo y los duros que apoyan a Sheinbaum, llegando a niveles que parecen cada vez más insalvables y donde hasta ahora no existe mediación política.
López Obrador logró construir una gran coalición de intereses en 2018 sumando a muchas fracciones políticas de distintos signos mediante la Firma del Acuerdo Político de Unidad Nacional en las plazas públicas y evitando grandes rompimientos en Morena previo al proceso electoral presidencial. Los datos duros y consistentes sugieren que ese ambiente ya no prevalece, que el presidente va rumbo a sus años más difíciles y que probablemente cuando quiso abrir una caja china con el destape de “Las Corcholatas”, en realidad, abrió una caja de pandora.