Mariana: #FosfoFosfo y la nueva subjetividad

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

En Nuevo León se encuentra el eje de los influencers mexicanos construido por una comunidad en consolidación de comediantes, emprendedores, consultores, entrevistadores, presentadores y ahora políticos. Con la pandemia, el encierro y el incremento de consumo de contenido en la red, dieron un salto cuántico y hoy tienen una fuerte presencia en la sociedad y la política mexicana.

Apenas en diciembre de 2019, Carlos Muñoz (influencer) daba mentoría a la joven de 24 años, Mariana Rodríguez, una emprendedora que utilizaba sus redes para fortalecer su negocio de mochilas, playeras y finalmente su marca de cosméticos. Dos años más tarde, esa joven es la influencer política más poderosa del país. Así lo muestran las tendencias de Google.

En los últimos 60 días, el promedio de búsquedas web de Mariana Rodríguez duplicó a cualquiera de los presidenciables de oposición. En los últimos 30, quintuplicó a los presidenciables opositores y superó a la jefa de gobierno por 10 puntos. Su estrategia de comunicación está generando una poderosa tendencia que, de mantenerse, tendrá fuerte impacto en 2024.

El “fenómeno viral” de la estrategia de Mariana y su “fosfo-fosfo”, está fincado en compartir con su comunidad, “los chabacanos” (naranjas obviamente), su intimidad cotidiana “sin filtros”, desde que se levanta hasta que se duerme, a través de una estrategia de multicontenidos, con fotos, microcontenido de historias, reels, sesiones en vivo, sesiones de preguntas con sus seguidores, colaboraciones con marcas, etc., donde la misma comunidad genera muchas rondas de información a través de la escucha y el intercambio que se expanden con millones de impactos virales diarios.

Para lograr esta construcción de comunidad, el emisor intercambia sentimientos originales, de lo contrario es imposible mantener una exposición de tal nivel. A través de su historia de vida, Mariana ha socializado el tema de la adopción como algo que la humaniza entre sus seguidores y genera una fuerte conexión emocional. Y aquí es donde entran las nuevas subjetividades en torno al fin de semana con el menor del DIF.

Como lo menciona Judith Bokser en su editorial de la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, la consolidación de una fuerza política hoy depende más del carisma y manejo mediático que de una ideología bien definida. La operación del discurso político en las redes sociales ha resultado en una polarización y radicalización de la ciudadanía y una deslegitimación de las vías tradicionales e institucionales para la acción política. La subjetividad es una producción simbólico-emocional que se construye a partir de las experiencias, canalizándolas en diferentes sentidos.

El propio Bill Gates en su artículo de fin de año, expone su preocupación por la polarización de la red y el incentivo de los políticos a tomar posiciones cada vez más extremas, donde la promesa se está convirtiendo en abandonar las normas. Mariana se dirige a sus simpatizantes a través de esa experiencia emocional, de hecho, después de las críticas recibidas, redobló la apuesta y volvió a subir la imagen del menor, pidiendo a los críticos “que abran su corazón, y que lejos de opinar, ayuden”. El hecho es que, ante muchos de su creciente base de seguidores, esta acción está emocionalmente justificada, sin embargo, existen normas que respaldan los derechos del menor, que no fueron observadas y que tendrían que derivar en algún tipo de rectificación, sanción o legislación. Si esto último no sucede, entonces el límite se volverá a estirar “un poquito más” para toda la clase política, en una batalla por la nueva subjetividad en la que, hasta ahora, Mariana ha salido ganando

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