¿Un Covidcito?

DESDE LAS CLOACAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Una de las interrogantes de por qué no se cambia el color del semáforo a naranja en el Valle de México, aún sabiendo que ambas entidades son las que concentran la mayor cantidad de casos confirmados de Covid-19 en el país y también el mayor número de hospitalizaciones, sigue siendo un misterio.

Desde que comenzó la “4a ola” de la pandemia —a principios de diciembre de 2021— los contagios han seguido en aumento, llegando incluso a tener un crecimiento tan significativo, que de los más de cinco millones de casos en México —según el conteo oficial— un millón de ellos se han dado en lo que va de este 2022.

Pero ¿por qué pareciese que el tema se ha relajado y a las autoridades ya no les preocupa como antes? La respuesta es simple: ya no existe el mismo número de muertes. Ése es el argumento que dio la semana pasada el controvertido subsecretario de Salud del país, Hugo López-Gatell.

El funcionario dijo que hay indicios de que la pandemia está “perdiendo fuerza” y comparó el promedio de las curvas semanales de contagios con las que se presentaron en la última semana. “Tomémoslo con cautela, pero de mantenernos así, esto podría ser el inicio de un cambio en la tendencia al alza”, aseguró.

¿Qué mensaje están mandando desde el Gobierno federal? ¿Acaso la Secretaría de Salud le apuesta a que la nueva variante cobre la vida de menos personas por ser “un covidcito” como lo llamó el propio Presidente?

Seamos realistas, la semana pasada se incrementó de manera considerable el número de muertos por día en el país, llegando incluso el martes 1 de febrero a los 829. Cifras que no se tenían desde septiembre de 2021.

Las pandemias, a lo largo de la historia de la humanidad, han tardado un promedio entre 4 a 6 años en poder controlarse. Si apenas estamos arrancando el tercer año desde que supimos del virus, esto aún está lejos de terminar.

Así que no podemos tomarlo a la ligera y mucho menos bajar la guardia o confiarnos. Si hay algo que esta pandemia nos ha enseñado, es que no tenemos garantía de absolutamente nada, y que incluso contando con un esquema de vacunación completo —incluida la dosis de refuerzo— podemos contagiarnos. Incluso aunque ya lo hayamos tenido, como ha sucedido en muchos casos de reinfección.

Hágame caso, vacúnese, utilice cubrebocas, mantenga sana distancia. Esto es lo único que ayuda, más allá de mostrarnos optimistas ante la realidad o de aspirar a que pronto tengamos la llamada inmunidad que se pueda generar en un futuro.

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