La historia del siglo XX mexicano está repleta de personalidades interesantes que, por diversas razones, se han ido quedando en un segundo plano. Querido Moheno nació en Chiapas en 1873 y murió en la Ciudad de México en 1933. Egresado de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, fue un litigante célebre. En su juventud fue opositor al régimen de Porfirio Díaz: conoció la cárcel y colaboró con el diario El demócrata. En 1908 publicó un libro interesante llamado ¿Hacia dónde vamos?, en el que planteó los graves problemas del final del porfiriato.
Moheno formó parte de la XXVI Legislatura y junto con Nemesio García Naranjo, Francisco Olaguíbel y José María Lozano formó el llamado “cuadrilátero”, grupo de brillantes oradores críticos del gobierno de Madero. Al igual que la mayoría de los intelectuales de su tiempo, Moheno aplaudió el golpe de Estado de Victoriano Huerta y colaboró con su gobierno de manera entusiasta. Fue secretario de Relaciones Exteriores, en momentos muy difíciles por las tensiones con los Estados Unidos, y luego fue el primer secretario de Industria y Comercio.
La colaboración de Moheno con Huerta le costó el exilio, aunque luego pudo regresar a México y continuar con su brillante carrera de abogado. En su libro Mi actuación política después de la decena trágica, Moheno hizo una apología de su participación en la dictadura huertista que no le ha bastado, me parece, para exculparlo del todo de esa ignominiosa conducta. Sin embargo, durante ese régimen, cuando todavía era diputado, Moheno presentó una iniciativa de ley que todavía, al día de hoy, no deja de sorprendernos.
El 29 de septiembre de 1913, Moheno presentó ante la Cámara de Diputados la propuesta de nacionalizar el petróleo. El artículo primero de la ley decía así: “Se declaran propiedad de la Nación todos los yacimientos de petróleo (…) que se descubran dentro del territorio nacional a partir de la fecha en que entre en vigor la presente ley, aun cuando la superficie respectiva pertenezca a terceros”. La ley facultaba a la Federación para que expropiara los derechos adquiridos por particulares y compañías privadas para la propiedad y la explotación de los pozos petroleros, y autorizaba el Ejecutivo para explotar directamente el petróleo o para celebrar contratos de sociedad con particulares o compañías.
La iniciativa quedó sepultada dentro de la vorágine de los acontecimientos. No sería Victoriano Huerta quien nacionalizara el petróleo en 1913, sino Lázaro Cárdenas, en 1938.
Me parece que la razón fundamental que adujo Moheno para su propuesta de ley fue la siguiente: “Mucho trabajo y un gran respeto a la verdad son lo único que nos puede hacer invencibles ante los Estados Unidos. Ésta es, en resumen, señores, la iniciativa que os traemos, la iniciativa de la redención nacional”. La expropiación era, desde este punto de vista, la garantía de nuestra existencia como país independiente.