Decenas de miles de mujeres marcharon desde el mediodía y hasta el anochecer tanto en la Ciudad de México como en muchas otras del interior de la República para exigir justicia y un alto a los feminicidios, desapariciones y secuestros que a diario se cometen en contra de ellas, la mayoría de los cuales ha quedado en la impunidad, en una jornada en la que se registraron algunos hechos de violencia que distaron de la que autoridades federales y estatales esperaban.
Algunos grupos de encapuchadas que llegaron al Zócalo, intentaron vanamente derribar las altas vallas metálicas que blindaron el frente de Palacio Nacional, resguardadas por policías y marinos, mientras que en otros rumbos de la capital, se registraron forcejeos; una policía fue herida en el rostro con un picahielo y dos que iban con los rostros cubiertos que derribaron un cristal en la estación Hidalgo del Metro, resultaron heridas.
DE ESTO Y DE AQUELLO…
Por lo menos 15 de los vándalos que participaron en los hechos de violencia el sábado en el juego de futbol en Querétaro, de casi una treintena que fueron identificados en la trifulca, fueron al fin aprehendidos por policías de la capital de ese estado — uno de ellos presentado a las autoridades por su propia madre — como responsables de las brutales agresiones contra 26 aficionados.
Entre las varias sanciones que autoridades de la Federación Mexicana de Futbol y de la Liga MX acordaron en una reunión con los dueños de clubes por lo ocurrido en el estadio La Corregidora de Querétaro, hubo una que no se atrevieron a imponer: la desaparición de las “barras de animación”, que en realidad son de violencia y que de mucho tiempo atrás, es exigida por aficionados de varias sedes y cronistas de ese deporte. Y del consumo de alcohol y drogas en los estadios, ni hablar.
Se concretaron a prohibir que los equipos de la Liga MX, apoyen a esos grupos; a vetar un año el Corregidora, en el que se jugará a puerta cerrada; inhabilitar por cinco años a la directiva de los Gallos Blancos que preside Gabriel Solares, pero no a desafiliarlo de la Primera División, así como imponerle una multa de un millón y medio de pesos, además de que se acordó credencializar a los “barristas” y crear un sistema de reconocimiento facial de todos ellos.
Calladitos y sentaditos, como a los reporteros, y algunos que no lo son, a los que se les ordenó permanecer en el Salón Tesorería de Palacio Nacional en pleno temblor, se quedaron los ministros de la Suprema Corte, luego de la enésima andanada del titular del Poder Ejecutivo contra “algunos” de ellos, a los que no les tiene confianza.
