¿Sólo basta con el 95% de honestidad?

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Para López Obrador las lealtades son desde siempre de primera importancia. Tiene su razón de ser, porque ha vivido deslealtades que lo han colocado en circunstancias adversas.

Algunos que han estado con él y que le han jurado lealtad, al final le han dado la espalda. Ha vivido todo tipo de experiencias, por lo que ha colocado a la lealtad como valor fundamental, quizá desde su infancia.

El reto que enfrenta colocando a la lealtad por delante es que en muchas ocasiones no ha ido aparejada de la capacidad o de los resultados. Para el Presidente la honestidad significa un 95% de la importancia que concede a la gente que trabaja con él, y junto con ello va la lealtad. La capacidad no es un asunto de primera importancia, si antes no se es honesto.

El Presidente tiene parte de razón, pero esta definición ha llevado a que en el camino se cometan errores en que pasan a segundo plano quien los comete, porque lo importante es que sea “honesto” y “leal”. El gobierno va teniendo cada vez más problemas, porque se ha evidenciado en algunas áreas la incapacidad para resolver problemas. No se trata de que prevalezca la capacidad sobre la honestidad o algo parecido, más bien la gobernabilidad exige que estos dos elementos vayan aparejados.

Una anécdota de don Jesús Reyes Heroles puede darle sentido a esto. Uno de sus cercanos le recomendó a una persona para un cargo destacando que era “muy honesto” para elogiar a su recomendado. Reyes Heroles le contestó a su manera: “¿Su amigo ya estuvo donde hay?”.

Algo así puede estar pasando con algunos funcionarios del gobierno. Muchas cuentas no son del todo claras y cuando llegue el día de los balances, por más que en el 2024 Morena como se presume conserve la Presidencia, muchos asuntos pueden trascender dejando en evidencia al Presidente.

Con el tema Alejandro Gertz, López Obrador ya está metido en un problema. Su cercanía con el fiscal no es ocasión de eximirlo de las eventuales responsabilidades que pueda tener en el ejercicio de su cargo. López Obrador no puede únicamente plantear que quiere esperar el fallo de la Corte para tener una idea del caso en que el fiscal termina por ser juez y parte. Por más lealtad que le tenga Gertz al Presidente y que se le pondere como valor fundamental lo que ha venido sucediendo han sido un conjunto de irregularidades ante las que el Presidente debe actuar, a pesar de que no lo quiera hacer.

Si bien existe una disyuntiva en la que pudiera estar el Presidente, lo cierto es que el fiscal está envuelto en irregularidades ante las que no basta hablar de que los “adversarios” se han dedicado a intervenir teléfonos del Presidente y del gobierno.

Tampoco basta con que exprese su confianza al fiscal como forma de exonerarlo para pasar a segundo plano el problema de fondo.

Estamos ante una serie de grabaciones fuera de la ley; estamos ante una filtración de una ponencia de un integrante de la Corte sobre un tema que para el fiscal es de la mayor importancia, pero la cual debe pasar antes que por ninguna persona por los integrantes del instituto; estamos ante una serie de irregularidades legales, las cuales el Presidente no puede pasar por alto en función de la lealtad y la confianza que le tiene al fiscal.

El gobierno está pasando por una serie de problemas que en muchos casos parten de situaciones internas. Es evidente que la oposición, como quiera vérsele, está intensificando sus estrategias, pero lo que no debe llevar al gobierno es a buscar culpables fuera cuando al interior hay claras evidencias de grietas que no pueden taparse solamente con la lealtad y con el 95% de honestidad.

RESQUICIOS.

Fue multitudinaria la marcha de las mujeres ayer en la capital. A pesar de que desde el Gobierno federal y capitalino se puso énfasis en la violencia que se podría presentar, quizás con intentos de desalentar la manifestación, la marcha y la protesta confirmaron la voluntad de construir nuevos tiempos para las mujeres del país.

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