Periodismo en los “nuevos tiempos”

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

No queda claro si estamos en el umbral de una nueva relación entre el poder político y el periodismo o que en algunos años se vaya a establecer otro tipo de convivencia, la que nunca deberá ser, quisiéramos creer, de sumisión.

Si algún día llegamos a esos terrenos estaríamos ante una nueva concepción del periodismo, la cual poco o nada tendrá que ver con el periodismo de libertad, pluralidad e independencia que se ha construido a lo largo de décadas.

La relación entre las y los periodistas y el Presidente no va a cambiar, vamos a seguir en un toma y daca en el que el mandatario tiene la voz y el poder del discurso exponencial.

En los términos del estar conmigo o estar contra mí, un sector de la prensa ha tomado partido por el gobierno, pero sobre todo por el Presidente. Son escenarios que de alguna manera hemos visto en el pasado con la diferencia de que la relación entre poder político y los medios, quiérase o no, está fundamentada hoy sobre otras bases.

Uno de los terrenos pasa por los dineros que desde el gobierno se entregaban a los medios. Si bien se han dado cambios dignos de consideración, también se han presentado espacios que no permiten conocer los criterios para la distribución de los dineros.

El tema es fundamental para el Presidente. Lo refiere en sus críticas a los medios para argumentar que ya no existen los privilegios de antes y en algo tiene razón. Sin embargo, también se han presentado nuevos elementos, porque bajo las nuevas estrategias se han ido construyendo otros privilegios que al paso del tiempo podrían caer en ámbitos de la crítica que hoy se plantea sobre el resto de los medios.

El gran debate está en el contenido de los medios y las reacciones que provoca en el poder político. La industria se ha visto sacudida por las nuevas formas. Los propietarios de los medios han tenido que buscar la manera de reinventarse, lo cual tiene un terreno positivo, en otro tiempo las llamadas telefónicas a las oficinas de gobierno “ofrecían” soluciones, por decirlo de alguna manera, pero ahora si bien entramos en terrenos complejos ha sido saludable que en lo general los medios tengan que valerse por ellos mismos.

Es cierto que los espacios de libertad de expresión se han ensanchado y que se sepa los directores de los medios y los y las periodistas ya no reciben llamadas; sin embargo, plantear que se debe únicamente al actual gobierno es moverse bajo estrechas formas y perder de vista las grandes batallas de las y los periodistas a lo largo de décadas; esto no empezó en el 2018.

Los medios en estos tres años han ido buscándole cómo hacerle para sostenerse sin la propaganda oficial lo que ha llevado a que algunos se queden en el camino, otros tengan que despedir personal y otros terminen por buscar cómo sobrevivir o de plano desaparecer.

Esto subyace en las mañaneras. Las referencias del Presidente combinan en el sentido de un nuevo estado de las cosas bajo el supuesto de que mucho de lo que hacen algunos medios pasa por un periodismo crítico hacia su gobierno y su persona por las nuevas circunstancias.

Sin pasar por alto las muchas intenciones que puede haber detrás del ejercicio periodístico, no tiene sentido remitir ni interpretar que lo que se hace es sistemáticamente parte de un espíritu crítico, debido a lo que podríamos considerar nuevos tiempos.

Hacerlo es enconcharse, es pasar por alto las opiniones externas para una mejor gobernabilidad, es pensar que todo es contra el gobierno y que sólo hay una forma de ver las cosas, muy a menudo en estas andamos.

RESQUICIOS

Nos dice Yndira Sandoval, activista defensora de los derechos de la mujer, que las flores que se entregaron a las policías fue “una puesta en escena”. Quienes lo hicieron eran simpatizantes de la 4T, difundieron las imágenes como si hubieran sido las mujeres que marcharon; de la violencia inminente y el peligro para la capital pasaron al oportunismo del doble discurso.

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