¿Para qué marchamos?…

GENTE COMO UNO

Mónica Garza*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

El pasado 8 de marzo fue un gran regreso de las mujeres mexicanas a la marcha por el Día Internacional de la Mujer, con más ímpetu, con más razones y con una gran lección para aquellos que de antemano se esmeraron en desacreditar la manifestación, atemorizando innecesariamente a una población femenina que unida, es más productiva que peligrosa.

México ha transitado durante dos años una pandemia demoledora por la Covid-19, pero la pandemia de la violencia contra las mujeres la hemos enfrentado por siglos, en los que la lucha contra ella se ha sofisticado, ha ido encontrando nuevos frentes y al destino como aliado.

Las mujeres le hemos ido perdiendo el miedo a la denuncia y a intentar generar las condiciones para la justicia, y ésa ha sido una las grandes batallas ganadas, en este país que cerró el 2021 con más de 3 mil mujeres asesinadas.

Mil cuatro feminicidios quedaron registrados en México el año pasado, 2.66 % más que en 2020; el delito de violación se incrementó 28.1%, acumulando 21 mil 189 delitos de este tipo, de acuerdo a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

Por eso marchamos, y por las heridas invisibles que son a veces las más dolorosas, consecuencia de otras violencias que son poco denunciadas en un ministerio público, como la verbal, la escrita, la laboral, la económica, la social, la mediática y el montón de formas pasivas de violencia de las que millones de mexicanas son víctimas, y que terminan en silencios cómplices por parte de ambos géneros.

Claro que también hemos ganado batallas, y muy importantes; la entrada en vigor de la Ley Olimpia contra la violencia digital, la aprobación en la CDMX de la llamada Ley Ingrid, que penaliza la difusión de imágenes, videos, documentos o información de víctimas.

La Ciudad de México y Michoacán aprobaron el año pasado la Ley de Menstruación Digna, para garantizar la gratuidad de productos menstruales en escuelas de nivel básico, además de generar esfuerzos para eliminar IVA a estas mercancías.

Miles de mujeres marchan para pedir justicia durante el 8M.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional criminalizar el aborto de manera absoluta y se pronunció a favor de garantizar el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, sin verse amenazadas por consecuencias penales.

Pero todo eso está muy lejos de ser suficiente, porque no habrá ley que baste en un país que muchas veces no la respeta…

En el marco del Día Internacional de la Mujer, todas caminamos con pies de plomo, las decenas de miles que salimos a las calles y las poco más de 150 que se amurallaron dentro de Palacio Nacional.

Esas últimas, a puerta cerrada, manifestando su apoyo incondicional a quien suele no escatimar en exhibir su desprecio por las agendas feministas, a las que se acerca sólo dentro del cerco de seguridad que le puedan brindar algunas gobernadoras y funcionarias de los tres poderes, que guardan una distancia políticamente conveniente, con la solidaridad femenina de la realidad mexicana.

Esta última marcha feminista, no estuvo exenta de propaganda, positiva y muy negativa, como ésa que desde la autoridad capitalina confirmaba la confiscación de “cohetones”, que no eran más que velas de humo de colores.

La marcha fue pacífica en general, con lo que quedó casi injustificado el despliegue desbordado de vallas y mujeres policía, preparadas para enfrentar a “terroristas”, que lo que hicieron mayormente fue ofrecerles flores, gritarles “gracias por cuidarnos” y robarles una que otra sonrisa cómplice.

Yo estuve ahí y sé, que muchas uniformadas incluso hubieran querido marchar a nuestro lado, como simples mujeres que son y que también caminan todos los días peleando sus propios derechos, y por el fin de la desigualdad que pueden vivir al interior de sus corporaciones.

Esta semana en la que se conmemoró la lucha de las mujeres por una vida libre de violencia, fue intensa y muy emocional también para las mujeres periodistas, que vimos cómo llevaban al paredón de la mañanera a una de nosotras, Azucena Uresti.

Sin mostrar una sola prueba que sustentara los señalamientos hechos en su contra y vulnerándola aún más de lo que ya está, luego de ser directa y públicamente amenazada por el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Pero la periodista de Milenio, también fue pública y directamente apoyada por prácticamente todo el gremio.

Las mujeres nos manifestamos unidas en nuestras distintas trincheras, desde nuestras muchas diferencias, demostrando que como aliadas siempre seremos más productivas que peligrosas.

Demostrando que aquí, la guerra es contra la delincuencia, contra la corrupción, contra los letargos ideológicos, políticos, académicos y sociales. La guerra no es contra las mujeres ni entre nosotras. Ya no se equivoquen.

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