A pesar de la tragedia y crisis que ha provocado la política bélica del presidente Vladimir Putin al invadir injustificadamente a Ucrania, el 71% de los ciudadanos rusos aprueba actualmente las actividades de su jefe de Estado.
El dato siempre tiene que ser tomado con cautela, pues medir adecuadamente las preferencias reales de las personas es un desafío que se complica exponencialmente dentro de un régimen autoritario. Pero considerando que proviene de las mediciones del Levada-Center —una organización independiente, reconocida, que ha seguido la opinión pública de los rusos por más de tres décadas y que incluso ha sido enlistada y perseguida como un “agente extranjero” por el gobierno de Putin—, es difícil descalificarla como una mentira oficialista. La pregunta entonces es, ¿cómo es posible que ante las atrocidades y crímenes de guerra que se están cometiendo en Ucrania, amplias franjas de la población rusa respalden a Putin?
Sin duda este fenómeno no tiene una sola explicación y difícilmente puede explorarse a profundidad en un texto breve, pero es necesario poner sobre la mesa que el gobierno ruso ha hecho de la mentira y la desinformación su forma de vida por años, manipulando gradualmente las opiniones de sus ciudadanos al punto de ser capaz de crear una realidad alternativa y distorsionada totalmente distinta de la del resto del mundo. Han sido tan exitosos que, como muchos medios han reportado, hay imágenes desgarradoras de ucranianos llamando a sus familiares en Rusia, los cuales simplemente no creen la tragedia que les están contando de primera mano.
Para lograrlo, el gobierno ruso ha hecho una operación doble: por un lado, ejerce un control absoluto sobre los medios de comunicación masivos, que por años han replicado y hecho eco de todas las mentiras que salen desde el Kremlin; por el otro, ha perseguido sin contemplación y silenciado a cualquier fuente de información que pueda contravenir los deseos de Putin.
Ver de primera mano los noticieros, reportajes y cobertura de los medios rusos sobre la invasión a Ucrania es una experiencia que parece sacada de un texto de George Orwell. El discurso oficialista no sólo se replica en prácticamente todos los medios de comunicación, sino que es ampliado con coberturas que muestran una realidad alternativa, donde los soldados rusos aparecen como héroes que están siendo recibidos con los brazos abiertos por los ucranianos.
Los medios independientes han sido casi exterminados y, además, se han cerrado las puertas a otros posibles medios “desestabilizadores”, como las redes sociales o sitios del extranjero. Este último punto es vital, pues el gobierno ruso ha optado por una estrategia diferente a la censura de sus colegas chinos: en lugar de limitar el contenido que puede consultarse, su pretensión es crear una versión propia de Internet totalmente aislada del resto del mundo, un “Internet soberano”, que se planeó desde 2014 y que en 2019 realizó sus primeras pruebas para desconectar a toda Rusia. El régimen de Putin acude a la violencia para silenciar a los pocos que alzan la voz, pero ha logrado algo aún más perverso: silenciar a la mayoría manipulando su percepción de la realidad. Ése es el verdadero riesgo de un gobierno que miente impunemente todos los días.